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EL techo de hormigón armado cubre a estos habitantes de la lluvia y evita que los cartones se dañen.HENRY LAPO

¡Condominio de cartón!

Los ‘cuartos’ se separan con cajas. El espacio es ocupado por 14 personas, quienes cocinan con leña y se bañan en el parque. La gente los ayuda.

Debajo de la estructura de una antigua gasolinera se ‘construyeron’ cinco ‘departamentos’ de cartón. Están situados en la calle Tarqui, en el extremo sur del parque El Ejido, centro norte de Quito.

Sábado, 20:00. Sale humo de la cocina improvisada de la familia que habita aquel ‘condominio’. Son 14 integrantes. Sonia Toaza prepara un caldo de tallarines con carne. “Con lo poco que consigo por cuidar carros, compro comida”, dice.

Durante la conversación con el equipo de EXTRA, varias personas se inquietan y asoman de entre los cartones. Somnolientos se acercan al fuego para ver qué pasa.

Sonia, de 32 años, les advierte que se porten bien, que sean educados. Uno de los muchachos (bastante desorientado) pide comida. Más bien, la exige.

Poco a poco, como zombis, se levantan todos. Hijos, hermanos, sobrinos, tíos... Eligieron esa vieja gasolinera construida en la década de 1960 como su casa. Les resultó funcional, pues quedó el techo paraboloide-hiperbólico intacto. Una estructura de hormigón armado que hoy cubre de la lluvia y el sol sus colchonetas, cobijas y ropas viejas.

En febrero de ese año fue motivo de noticia. La diseñaron los arquitectos Leonardo Bravo, Javier Dávalos y Agustín Patiño. Dejó de funcionar hace unas décadas, pero se conservó la fachada porque representaba el paso a la modernidad en Quito.

Ahora Sonia es quien pone orden bajo ese techo. Hombres y mujeres obedecen sus instrucciones. Se calman a pesar de estar bajo los efectos del consumo de alguna droga. Casi siempre inhalan pegamento.

RECIBEN AYUDA

En ese momento llegan dos vehículos. Unas ocho personas saludan con familiaridad a los habitantes de la exgasolinera.

- “¿Me trajo ropa, hermanita?”, le pregunta Sonia a una de las mujeres que llegan, quien saca las tarrinas de comida para entregárselas.

- “La próxima semana te traigo”, le responde. Es Consuelo, la líder de un grupo de oración que tiene como insignia a la Virgen de El Quinche.

Sonia cuenta que no solo ellos llegan con donaciones, también grupos de jóvenes, la Cruz Roja Ecuatoriana, entre otros. Pero ella prefiere que les regalen víveres, verduras y carnes.

“Yo cocino para todos y me encargo de que se alimenten”, comenta. Por eso advierte que si alguien quiere entregarles ayuda, lo hagan directamente a ella, pues si otro recibe las cosas puede ir a venderlas para luego comprar licor o drogas.

“Si yo no estoy, no le dé a nadie más. Es por su bien”, explica.

SU HOGAR

La mujer es la única que accede a hablar. Los demás solo miran desde lejos y hacen una fila para recibir el consomé de pollo que los voluntarios les llevaron.

Cuando les preguntan si les gustaría vivir en otro lado, quizá en una casa o un albergue, responden que no.

Se organizan en grupos para dormir en los improvisados dormitorios.HENRY LAPO
“Aquí nos cuidamos todos. Nadie nos molesta. En los albergues nos dicen lo que tenemos que hacer”Sonia Toaza

No recuerda desde hace cuánto tiempo viven allí, solo dice que son años. Ya se han acostumbrado a pedir agua a los vecinos y bañarse en el parque.

Antes habitaban en una casa del centro de la ciudad, pero hubo problemas de alcohol con la madre de Sonia. El resto solo fue arrastrado a las adicciones como piezas de dominó.

Los problemas no han faltado. La matriarca de la familia murió hace un año en medio de una riña.

 “Le metieron 10 centímetros de vidrio”, relata Sonia.

Improvisan una cocina de leña donde preparan sus alimentos. Sonia es la encargada de eso.HENRY LAPO