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Un 'clic' al civismo
Los alumnos del último año de bachillerato participaron ayer en la ceremonia, que fue transmitida de manera virtual desde cada plantel.
En su domicilio, situado en la terraza de un inmueble de las calles 4 de Noviembre y Babahoyo, sur de Guayaquil, los esposos Héctor Méndez y Sandra Mora le colocaron a su hijo José Manuel la banda que lo proclamaba como el abanderado de la Academia Naval Visión (Anavi).
El momento cívico fue a las 10:00. Directivos del plantel fueron testigos del acontecimiento, gracias a la pantalla de una laptop.
Hasta antes de la pandemia, JoséManuel, de 17 años, no imaginaba que iba a liderar el ‘top’ de la excelencia de esta unidad educativa, ni que la ceremonia iba a ser virtual.
“Esperaba un acto masivo, con mis compañeros, pero la COVID-19 nos obliga a tomar precauciones”, expresó el joven, cuya siguiente meta es seguir la carrera de Medicina.
Catalina Cuesta, rectora de Anavi, “respiró con tranquilidad” luego de la ceremonia, pues temía algún inconveniente en el acto por motivos de la conexión o ‘pestañeo’ del sistema. “Gracias a Dios, salimos bien. Seguro fue porque todos pusimos de nuestro esfuerzo”, manifestó la funcionaria, quien encabezó el juramento colectivo dirigido a 49 cadetes.
Mientras que los moradores del callejón Cristóbal Colón y Esmeraldas, en el suroeste, estaban a la expectativa por el reconocimiento que iba a recibir uno de sus jóvenes vecinos. Se trata de Jorge Flores Acosta, designado como el abanderado de la Academia Naval Altamar.
Para el chico de 17 años, también fue una sorpresa el reconocimiento, pues la noche del lunes último se enteró de que había logrado imponerse por una milésima en el puntaje general (9,966 frente a 9,965) a su más cercano competidor.
“Lo acontecido por el coronavirus nos motiva a ser más competitivos, a dar más. Hay muchos retos”, comentó Jorge, cuya meta profesional es convertirse en médico.
El juramento colectivo estuvo a cargo de Guillermo Vásquez, gerente de la academia. “Estamos separados físicamente, pero unidos por ese fervor cívico”, expresó a los 260 futuros bachilleres.
Por su parte, los directivos del Colegio Internacional SEK decidieron acudir a la casa de cada uno de sus 13 estudiantes para que juren la bandera.
Uno de los mejores alumnos es Rubén Jesús Gómez, de 18 años y portador de la bandera de Guayas. “La pandemia ha sido un problema, pero estamos demostrando que no nos podrá vencer”, dijo Rubén Jesús, quien no juró el pabellón nacional por ser venezolano, pero prometió respetarlo.
Por el acto cívico, en hogares de Quito debieron adecuar las salas y comedores para colocar las computadoras y los adornos.
El trajín inició temprano en la casa de Alejandro Guamán, de 16 años, a quien su colegio, el San Andrés, eligió como escolta del pabellón nacional.
“Todo lo dejamos listo el jueves en la noche. Antes de las 08:00 ya teníamos que estar conectados”, dijo Maribel Abraján, madre de Alejandro.
La ceremonia duró cerca de una hora y solamente se realizó el juramento colectivo. Para el individual, cada familia consiguió la bandera.
Alejandro extrañó a sus amigos y quería jurar la bandera como se acostumbraba en años anteriores, con marchas y coreografías, profesores y al aire libre. Pero todo cambió con la COVID-19. La reunión familiar para celebrar el logro del joven también fue breve. DM