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Ciudadanos viajan apretados y como ganado, ante la falta de buses
Paro parcial de transportistas urbanos ha provocado caos en la ciudad de Guayaquil. Dueños de camionetas y furgones se hacen la 'platita'
Apretados, agarrados hasta con las uñas de los baldes de camionetas viejas o nuevas, con el trasero o una pierna suspendida en el aire, así regresan a sus casas los habitantes de Guayaquil.
Pero también lo hacen como ‘sardinas enlatadas’ en furgonetas, tricimotos o cualquier tipo de vehículo. A las 12:00 empieza el calvario de los ciudadanos, y todo por el paro parcial de las cooperativas de buses de transportación pública que desde la semana pasada laboran a media ‘llave’, como medida de presión para alcanzar el alza del pasaje a 0.40 centavos de dólar.
La desesperación por encontrar un medio de movilización genera aglomeraciones en las aceras del centro porteño.
Desde las 16:00 el panorama empeora en los paraderos de diferentes sectores con la finalización de la jornada laboral. En las calles José de Antepara y Padre Solano (centro) dos personas de la tercera edad esperaban un bus que los lleve a la Isla Trinitaria, suroeste.
Ellos desconocían de la paralización y al enterarse no sabían cómo llegar a su casa. “Pensábamos que la situación estaba normalizada. Tocará llamar a un familiar para que nos venga a ver”, comentó Olga Castillo, quien esperaba el bus junto a su esposo Miguel Mosquera.
La situación es más caótica al inicio de la avenida Casuarina, sector conocido como Entrada de la 8, en el noroeste. Furgones y camionetas recogían pasajeros para llevarlos en los baldes, sin importar el distanciamiento social.
Abigaíl Parrales se quejaba de que una motocicleta le había cobrado 5 dólares desde la Balerio Estacio hasta la Entrada de la 8 (recorrido 5.5 kilómetros).
En la misma avenida Casuarina, Yocle García señalaba que tuvo que pagar $1.50 para que una camioneta lo trasladara desde el estadio de Barcelona hasta ese lugar.
“Ya no tengo más plata, ahora me toca caminar hasta la casa unos tres kilómetros”, comentó.
Mientras los buses no circulaban, conductores de pequeñas furgonetas aprovechan la situación y ‘camellan’ transportando a la gente.
“Por la pandemia me despidieron de mi trabajo y como no estoy laborando en nada decidí salir a buscar algo para llevar la comida a la casa”, indicó Luis Loor, dueño de una furgo.