La parte gastronómica de la plaza Guayarte finalmente cerró sus puertas. En un recorrido por el sitio, en el lado de la Kennedy, se encuentran locales donde se estampan notificaciones municipales, luces apagadas, puertas con candados; mientras que en la parte alta, donde había más negocios, hay hasta sillas amontonadas. En la parte baja, en cambio, se observan cintas amarillas impidiendo el paso.

El escenario se repite al cruzar el puente zigzag, que conecta a la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil con la Universidad de Guayaquil y donde se levanta la parte donde se le dio más adorno a la plaza. Ahí los establecimientos, la mayoría contenedores, también han cerrado sus puertas.

Los universitarios o ciudadanos en general que desean ir de la avenida Carlos Julio Arosemena hacia la Kennedy o Urdesa, por ejemplo, tienen señalado por donde caminar debido a las susodichas cintas. Eso es lo que está habilitado: el puente. En el recorrido se pudo observar, además, que algunas estructuras están deterioradas.

Al respecto, este Diario le consultó ayer al Municipio por cuánto tiempo estará cerrada la plaza y qué ejecutará en el sitio. Además, si continuarán los locales de comida en el área, ya que el Cabildo aseguró que este será un espacio para impulsar a los jóvenes artistas de Guayaquil. Sin embargo, hasta el cierre de este artículo no llegaron las respuestas.

También está pendiente la contestación de cuánto será la inversión en el punto y de cuánto es la deuda que mantienen los locales, ya que la entidad explicó en ese entonces que deben a la administración $ 266.356,39.

Cabe recordar que la Dirección de Riesgos recomendó, en junio anterior, el cierre de Guayarte para transformarla en un “verdadero espacio para impulsar el arte en Guayaquil”.Además, el alcalde Aquiles Álvarez dijo en su primer informe sobre cómo heredó el Municipio, al cumplir su primer mes en el cargo, que el sitio no contaba ni con los permisos del Benemérito Cuerpo de Bomberos y que presenta problemas ambientales. Esta última situación incluso generó reclamos de residentes de las ciudadelas aledañas, sobre todo por los malos olores en el estero Salado.

En tanto, Álvarez hace pocos días cumplió ya dos meses de estar al frente del Municipio. Que se ha enfocado en poner la “casa en orden” y que ha “reactivado” los servicios municipales, fue su argumento difundido en un comunicado en alusión a la fecha. Pero hay casos que no se han resuelto o de los que se desconoce en qué estado se encuentran.

Uno de estos es el estado de la denuncia que interpuso el mismo Municipio, cuando era administrado por Cynthia Viteri, en torno a la sustracción de documentación física. El hecho se produjo en el Archivo Pasivo del Cabildo, ubicado en la ciudadela Coviem, en el sur. Álvarez solicitó que le notifiquen los impulsos fiscales dentro de dicha investigación previa.

Sobre esto, asimismo, se interrogó al Cabildo, pero está pendiente la respuesta.

Otro caso que generó reacciones fue el de las vallas publicitarias. A finales de junio anterior EXTRA conoció que al menos doce estructuras fueron reinstaladas en los lugares donde originalmente fueron retiradas por orden de la anterior administración municipal. Las empresas publicitarias dueñas de estas vallas ganaron siete acciones de protección, mediante las cuales se dispuso por orden judicial su restitución.

El secretario municipal Felipe Cabezas-Klaere señaló en una entrevista a este medio que eran “doce de tantas”. Adelantó que en este caso hubo la disposición del alcalde de conformar una comisión conformada por distintas áreas del Cabildo para “regular” el tema.

Pero en un nuevo recorrido por la ciudad se constató que han regresado a sus puestos otras de estas estructuras, incluidas pantallas tipo led. ¿Entonces en qué estado se encuentra el caso y qué acciones se tomarán teniendo en cuentas la actual ordenanza?, fue la otra interrogante cuya respuesta no llegó a la Redacción hasta el cierre del artículo.