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Los parientes de los fallecidos fueron hasta la morgue de Santa Elena para retirarlos.Joffre Lino

Chanduy: Dolor y temor por crimen dentro y fuera de un bar

La gente que conoció a las mujeres que laboraban en el negocio lamentó las pérdidas. Se teme que haya represalias en Santa Elena

La mayoría de los pobladores de Chanduy, en Santa Elena, considera que en la matanza adentro y afuera del bar El Ídolo pagaron ‘justos por pecadores’. En la masacre fueron asesinadas ocho personas, entre ellas, tres miembros de una familia de apellido Pizarro, un mecánico y cuatro trabajadores del local.

Tres de ellas eran mujeres y se llamaban Suanni Ingrid Cruz Tuárez, Sabrina Luzmila Cruz Ramírez y Estefany Chóez. El cuarto acribillado se llamaba Gilbert Amado Beltrán Silvestre, quien laboraba en aquel negocio.

La primera tenía 32 años y, tras su crimen, sus excompañeros de colegio mostraron en sus redes sociales mensajes de consternación: “te recordaremos por tu alegría, compromiso y cariño. Fuiste una gran mujer, en el cielo vas a seguir luchando por tu familia que dejas en la tierra”, escribían.

Suanni Ingrid Cruz Tuárez, tenía 32 años y era madre de familia.Cortesía

Un poco se sus historias

Los fallecidos fueron divididos en ‘grupos’ para ser asesinados. Unos quedaron afuera del bar y otras dos, adentro.Joffre Lino

Cruz Tuárez era nativa de Chanduy. Las personas que la conocieron la admiraban por su belleza y decían que fue muy colaboradora en acciones sociales que se organizaban en su parroquia. “Sus pequeños (una niña de 5 años y una bebé de meses) eran todo para ella, por eso trabajaba duro. Quizás cometió errores en la vida como todo ser humano, pero ella siempre estuvo presta para ayudar a los demás. La vamos a extrañar”, comentó una de sus vecinas.

Sabrina Luzmila Cruz Ramírez residía en La Libertad, pero por su trabajo se había mudado a Chanduy, mientras que Estefany Chóez, también de La Libertad, viajaba todos los días hacia el bar a trabajar. Los féretros de Cruz Ramírez y Chóez fueron velados en sus lugares de origen.

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A estas tres muchachas acompañaba Beltrán Silvestre, de 21 años, quien fue nativo de Pechiche, al sur de Chanduy. El joven acudía al bar para ayudar a las chicas que allí laboraban. Los que lo conocieron aseguraron que al parecer le gustaba una de las mujeres que atendía el bar.

“Las tres chicas eran muy bonitas. Por eso el bar siempre pasaba lleno de clientes. El muchacho andaba hecho el galán y pagó sin tener nada de culpa”, dijo un conocido de Beltrán Silvestre.

Miedo a represalias

Sabrina Cruz vivía en La Libertad, pero acudía al bar de Chanduy para laborar.Cortesía

“Estamos muy preocupados ante una posible venganza. Es urgente que Chanduy se militarice”, pidió un morador. Algunos murmuran que en las calles hay ‘ojos y oídos’ de las organizaciones narcodelictivas que los tienen atemorizados.

Y en este contexto se afirma que la masacre en el bar El Ídolo sería una represalia en contra de los hermanos Raúl y Milton Pizarro Flores y José Pizarro González. Según la investigación policial, ellos estaban amenazados de muerte.

Fuentes revelaron a EXTRA que cuando los Pizarro llegaron al centro de diversión nocturna, la mayoría de los allí presentes abandonó el local, como presagiando la terrible desgracia, ya que sus enemigos les seguían sus pasos.

Se teme que, por el crimen de los Pizarro, sus amigos busquen a los culpables y se les haga pagar por sus muertes. La situación podría desatar más asesinatos en el área de Chanduy, considerado como el segundo puerto más peligroso de la Península después de Anconcito.

Estefany Chóez fue una de las víctimas a la que los asesinos sacaron. Sería la administradora del bar.Cortesía

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