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Por bloqueos, familia caminó desde Gualaceo hasta Cuenca para recibir atención médica
Una dolencia gastrointestinal de uno de sus hijos, obligó a los Bueno-Landy a 'tirar pata' por cinco horas hasta llegar al hospital Vicente Corral.
Ni el bloqueo de vías por el paro nacional ni el temor a ser asaltados por caminar durante la madrugada frenaron a William Bueno y su esposa María Landy. Se arriesgaron a ‘tirar pata’ desde Gualaceo hasta Cuenca para que su hijo de nueve años recibiera la atención médica que necesitaba.
Debido a una dolencia gastrointestinal del menor de edad, los tres empezaron el agotador recorrido las 03:00 del martes 28 de junio.
No solo caminaron los aproximadamente 36 kilómetros de distancia entre ambos cantones de la provincia del Azuay; también recibieron la ayuda, en ciertos tramos, de algunos conductores de vehículos particulares, incluso de taxistas, quienes se dirigían hasta los puntos que les asignaron para cerrar la carretera como parte de las protestas en contra del gobierno.
A las 08:00, William, María y su hijo arribaron al área de consulta externa del hospital Vicente Corral de la capital azuaya. Debido a la medida, Cuenca parecía una ciudad fantasma. Pocos transeúntes, temerosos de ser asaltados o agredidos por vándalos, se dirigieron hacia sus trabajos.
Taxistas, volqueteros, conductores de transporte estudiantil y mixto se sumaron al paro, con bloqueos en las calles de acceso y salida de la urbe. El transporte público urbano y del Tranvía fue suspendido por falta de garantías para prestar el servicio básico.
Noelia Garzón caminó “con miedo” desde la ciudadela Católica hasta el Registro Civil, unos 10 kilómetros, pues no quería perder el turno para la renovación del pasaporte.
Artesanas, ‘chiras’ y asustadas
Las artesanas que venden dulces por las fiestas de Corpus Christi cerca del parque Abdón Calderón vivieron momentos de terror durante la violenta manifestación frente a la Gobernación de Azuay, el lunes 27 de junio. “Estaban agresivos y amenazantes”, contó Beatriz Toral, una de las perjudicadas.
Las trabajadoras cubrieron sus puestos con plásticos y cartones y rezaron a Dios para que no las saqueen. “Estaban con palos, palas y piedras. Nos dijeron que nos vayamos”, reveló Toral, cuyas pérdidas ascienden a 100 dólares.