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Vecinos y familiares ayudan a limpiar los escombros de la casa de la familia Usamá.GUSTAVO GUAMAN

Barrio Bolaños, la zona cero del incendio en Quito

En medio del dolor, las familias buscan reconstruir sus inmuebles. Salieron de sus casas de milagro. Algunos sufren estrés postraumático

Al menos unas 80 familias habitan en el barrio Bolaños. De ellas, dos lo perdieron todo en el incendio que ya ha devastado unas 140 hectáreas en Quito. A pesar de estar a tres minutos de la avenida 6 de Diciembre, zona comercial y bancaria, este sector parece más rural. No tiene calles y sus habitantes deben cruzar el túnel Guayasamín a pie.

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“Salimos de milagro, porque es difícil movilizarse”, dice Gloria Tisalema, una de las moradoras, quien ha ido de casa en casa preguntando a sus vecinos lo que necesitan.

Cuando llegó a la casa de Teresita de Jesús Quetiaqués, le dio un gran abrazo y no pudieron contener las lágrimas. Teresita perdió sus medios de sustento por las llamas. A sus 75 años ella vivía de un huerto de frutas y algunas verduras, así como de lo que producían sus 80 gallinas. “Me quedé sin nada, no tengo ni un huevo para vender o comer”.

El flagelo, que se inició el martes 24 de septiembre cerca de la avenida Conquistadores, llegó a su patio, y ella solo pudo salir corriendo a pesar de la desesperación. Ese día vio cómo también se consumió el taller mecánico de su esposo, también de la tercera edad.

Y eso no es todo, pues en el predio de la familia, su hija María Teresa Usamá construyó un departamento en el que vivía con su esposo y su hijo de 12 años. De eso no queda nada. “Me duele mucho y me preocupa que mi hija no tiene donde vivir ya”, expresa.

Los vecinos y familiares se unieron para limpiar el espacio donde residían. “Tenemos la esperanza de que puedan volver a construir su casa”, explica Carmen Figueroa, otra vecina que se acercó para ayudar.

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Más abajo, caminando unos 15 minutos por las escalinatas, está José Condolo. A él le dijeron que debía permanecer en las ruinas de su casa para que los equipos del Municipio de Quito y varios ministerios le tomaran los datos. “Ojalá me ayuden a reconstruir mi casa”.

Sostiene que allí no tiene sentido limpiar, sino hacer una demolición completa. “No quedó nada, no logramos sacar ni la ropa. Nos quedamos con lo que teníamos puesto”, lamenta. El hombre, de 63 años, vivía con su esposa María Sarango, de la misma edad, y su suegra, de más de 90 años. “A ella la sacaron como prioridad”, cuenta.

En sus años de servicio como conserje pudo equipar su casa con televisores, refrigeradora y demás enseres que desaparecieron. “Mi hijo nos llevó a su casa, pero usted sabe que no podemos vivir así mucho tiempo”.

Después del incendio han llegado innumerables funcionarios para evaluar la situación, algunos con agua y ropa. José y Teresita esperan que tantas visitas, abrazos y fotos sirvan para recuperar lo que han perdido. “Espero que se concrete algo, porque no puedo estar aquí mucho tiempo. Ya tengo que volver a trabajar”, asevera.

José Condolo camina entre las ruinas de su casa en el barrio Bolaños.GUSTAVO GUAMAN

Gloria y otros vecinos reconocen que viven en una ladera que podría ser peligrosa. “Algunos ya han salido a otros barrios, pero a quienes no tenemos a donde ir nos toca quedarnos”, lamenta.

En la casa barrial de Bolaños se han recopilado las donaciones. Allí los niños son atendidos por trabajadores sociales. Andrés Real, coordinador de Servicios Sociales del Patronato San José, dijo a EXTRA que debido al fuerte episodio que pasaron los vecinos, se han presentado varios casos de estrés postraumático, por lo que han recibido atención psicológica en la casa barrial.

También se siguen atendiendo afecciones respiratorias, pues muchos estuvieron expuestos al humo. Con respecto a la complicada ubicación, agregó que las autoridades ya pondrán sobre la mesa el tema de las reubicaciones. “Este es un espacio en el que ya no se podría residir”, vaticinó.

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