Al ver que se va retomando la presencialidad en la educación superior, Daniel Quinde Rodríguez y Álex, su hijo mayor, piensan en iniciar la universidad. Si lo concretan será una experiencia más que atraviesen juntos, como cuando se graduaron de bachilleres.

El logro que consiguieron en febrero de 2020, al culminar el colegio, fue un gran proceso de aprendizaje y de solidaridad, no solo para ellos, sino para la familia en sí.

Daniel recuerda que en 2016 ingresó su carpeta a una empresa de telecomunicaciones para laborar de conductor; superó el proceso de selección hasta obtener el puesto. Eso sí, le pusieron una condición: “La chica de Recursos Humanos me dijo que debía acabar la secundaria. Me explicó que me iban a dar la oportunidad de estudiar para que la termine”.

En ese momento empezó su desafío. ‘Camellaba’ en las mañanas y en las tardes. Por las noches, estudiaba. Para él fue difícil acostumbrarse a ese ‘corre corre’, pero puso todo de sí para salir adelante.

DEBERES ENTRE TODOS

Volver a las aulas fue una sensación ‘chévere’ para el padre de familia. No solo por recibir clases, sino porque la mayoría de sus compañeros eran jóvenes y aprendió cosas de ellos. Eso le permitió relacionarse mejor con Álex, su hijo.

“Yo, como era el de más edad, los aconsejaba. Les decía cómo tenían que comportarse y qué cosas no debían hacer”, dice Daniel.

Los fines de semana, en la sala de la familia padre e hijo hacían sus tareas juntos. Cuando Daniel no entendía algo, Álex se lo explicaba. En tanto que el papá le daba recomendaciones a su hijo sobre cómo exponer con seguridad y sin nervios, pues se volvió un ‘duro’ en eso.

A ratos, Viviana, la esposa y madre del hogar, también los ayudaba en aspectos académicos que siguen ‘frescos’ en su memoria. Básicamente en ellos se cumplió el popular dicho: uno para todos y todos para uno.

Esa unión y ver que su padre se esforzaba fue vital para Álex. “Me dio mucha alegría que él avanzara de nivel. A mí eso me enfocaba cuando el estudio se me hacía complejo”, describe el joven.

Y a pesar de que estudiaron en diferentes planteles, se graduaron el mismo día. Todo fue a pedir de boca, pues la ceremonia del chico fue en la mañana y la de su papá, en la tarde. Así pudieron asistir a los dos eventos.

“Estaba feliz por mi padre, fue muy bonito estar presente cuando le dieron su diploma, luego de saber que había dejado el estudio para dedicarse a nosotros”, refiere Álex, quien planifica tres opciones respecto a una carrera profesional: Economía, Contabilidad o Ingeniería en Sistemas. Esta última rama de estudios es la que, precisamente, Daniel también desea seguir.

Con esas ideas ya piensan en ir a la ‘U’ y estudiar juntos. Y ser profesionales a la par.