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Artesanos de años viejos, atentos a que el fenómeno de El Niño y 'vacunadores' no los sorprendan
En el centro y suburbio de Guayaquil, los creadores de monigotes se las ingenian para protegerlos de las lluvias. También temen que los delincuentes empiecen a acosarlos por estos días.
Están con las ‘pepas’ bien peladas por cualquier cosa que les joda el negocio. Los artesanos guayaquileños de monigotes no solo miran al cielo por si acaso las lluvias del fenómeno El Niño moje sus productos, también se cuidan de posibles extorsionadores.
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Juan Salazar, quien elabora ‘viejos’ y los exhibe en las calles de su barrio, en la 14 y Pedro Pablo Gómez, suroeste porteño, asegura estar preparado para los aguaceros. Él ha invertido 25 dólares para comprar un galón de resina, sustancia con la que protege a sus creaciones.
Jacobo Palacios, de 32 años, también aplica la misma ‘fórmula’ que Juan, pero además, cubre sus monigotes de aproximadamente 5 metros de altura bajo un techo elaborado de palos y fundas negras.
Julio Urgilés (40), integrante de la Asociación de Artistas de Monigotes Gigantes, aseguró que esporádicas lluvias en la ciudad no generan mayores problemas en el trabajo de los artesanos, más bien ‘luchan’ contra el tiempo para entregar los ‘viejos’ antes del 22 de diciembre, fecha acordada con el Municipio para el inicio de la tradicional ‘Ruta de los gigantes del suburbio’.
Pero hay otros como Fabricio Escobar (45), quienes no cuentan con un local para proteger a sus monigotes de los aguaceros, que son exhibidos en Capitán Nájera y 6 de Marzo, en el centro-sur. Sus ‘viejos’ tienen entre medio y un metro de altura, y esos “no aguantan las lluvias”, mencionó.
‘Moscas’ con los ‘pinchazos’
Rommel Baque, artesano de las calles 6 de Marzo y Capitán Nájera, se siente aliviado -por ahora-, porque no ha sido víctima de extorsionadores.
“La venta está al nivel del año pasado, que estuvieron regulares, pero no hay que quejarse, gracias a Dios están viniendo a comprar”, dijo.
Sin embargo, no deja de despegarle los ojos a sus monigotes, ya que la aglomeración de clientes es aprovechado por pillos para ‘patearse’ lo que puedan.
“Los robos son frecuentes aquí. Uno se descuida un instante y se le van llevando los muñecos, algunos son ladrones y en otros casos hasta los mismos clientes tienen visto uno que les gusta, pasan al vuelo y se los llevan”.
La misma incertidumbre invade a los de Pedro Pablo Gómez y la 15, donde un grupo de residentes construye un monigote gigante de ‘Groot’, superhéroe de Marvel, quienes aseguran no haber recibido amenazas de delincuentes, pero temen que aparezcan cuando el ‘viejo’ esté terminado.
Mientras que artesanos de las calles 16 y Alcedo aseguran haber escuchado de estos casos en otros sectores más hacia el sur porteño.
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