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Lavacarros de calle Los Ríos ya no laboran 24 horas: los negocios están en pérdida
Los negocios no llegan ni a la mitad de sus ingresos diarios, lo que tampoco permite invertir en un generador. Ante la falta de clientes, a trabajadores no les queda más que ‘tirar lengua’
En la zona de ‘camello’ de Josber Gutiérrez, Luis Quinteros y Alexander García, ni el agua ni la energía eléctrica fluyen. Los tres, que se dedican a lavar carros en la intersección de Los Ríos y Cuenca, en el centro-sur de Guayaquil, pasan el tiempo conversando y haciéndose bromas, ya que los clientes no asoman durante los apagones.
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Desde el inicio de la crisis energética, los ingresos han disminuido considerablemente para los negocios de este tipo en la zona. No son dos ni tres; se trata de dos aceras que a lo largo de su extensión albergan al menos seis negocios que prestan servicios las 24 horas.
Algunos se instalan con un pequeño balde, un tanque de agua y sus botellas de jabón líquido para empezar la “acción”. Otros, como en el caso de Alexander, Luis y Josber, deben pedir energía a los negocios cercanos para conectar sus hidrolavadoras y aspiradoras.
“El negocio ha decaído completamente, al menos en un 50 por ciento. Si con los cortes de seis horas (como los actuales) estamos sufriendo, no se imaginan cuánto perdimos con los apagones de 14 horas. Esos días mejor nos regresábamos a casa”, cuenta Josber.
Él explica que, en su caso, toman energía del local donde utilizan el espacio en la acera, porque es familiar del dueño del negocio de lavado de carros. Sin embargo, al igual que todos, “pierden” sus herramientas cuando la electricidad se va.
“Ahorita se va la luz de cinco a oho de la noche y de la medianoche a tres de la mañana. La mamá del dueño tiene generador y podemos usarlo de cinco a seis de la tarde. Luego de esa hora, ella cierra y nos quedamos otra vez a oscuras y sin máquinas”, menciona Alexander, quien en sus cuatro años trabajando allí nunca había sentido tanta desesperanza.
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¿Qué herramientas se usan ahora?
Los tres afirman que cuando ya no tienen dónde conectar los aparatos, ofrecen el servicio de forma manual, es decir, “a la antigua”, con mano y esponja. “Lo malo es que algunos clientes dicen que no, que no va a quedar igual de limpio, y se van”, comentan.
Ellos ven llegar carros con lodo encima e igual los lavan, “sin miedo”, dicen, porque conocen su trabajo. Sin embargo, admiten que sí se demoran 10 minutos más de lo que les tomaría con la hidrolavadora. “Si normalmente son 15 minutos, lavando a mano ya son unos 25, tal vez. Y a veces no es ni por el tiempo, sino por el miedo que les da estar sentados en la oscuridad”, cuenta Luis.
Al ofrecer el servicio hasta altas horas de la madrugada, algunos clientes se dan cuenta de que no hay luz y ni siquiera se bajan del carro, por miedo a que aparezca algún delincuente en la oscuridad y los robe.
En términos de ingresos, ellos saben que el dueño del negocio no está ganando lo suficiente como para invertir en un generador propio. “En un día hacíamos hasta 50 carros, pero con los cortes llegamos a 15, con suerte”, refiere Josber, que labora dos años en el negocio.
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