En el velorio de Ana Luisa Cabezas no hubo mucha gente. Este 18 de octubre, solamente familiares y personas cercanas llegaron hasta la cancha cubierta de fútbol, de la parroquia Juan Montalvo, en Cayambe, para despedirla.

El féretro estaba envuelto con plástico y ‘vigilado’ por un Cristo crucificado. Frente al cajón fúnebre se colocaron las sillas plásticas blancas que en su mayoría lucían vacías.

De entre los escasos dolientes se levantó Fabián Cabezas, hermano de la víctima, quien localizó el cadáver en una quebrada de la comunidad Santa Isabel, la tarde del 16 de octubre. “El presunto responsable es el marido de mi hermana. Él estuvo con nosotros hasta antes de encontrarla y luego de eso no hemos sabido de su paradero”, comentó.

La sospecha recayó en la pareja de Ana Luisa porque tuvo una fuerte discusión con el hombre el pasado domingo 6 de octubre. Ese día, una hermana fue a socorrerla y notó que la víctima tenía marcas en su cuello. “Pero luego ambos se tranquilizaron”, recordó Fabián.

Durante el funeral, el pariente contó que su hermana y el marido sacaron adelante a sus hijos, vendiendo hierba para ganado. Durante la relación, sí hubo antecedentes de violencia, aseguró Fabián. “Hace unos tres meses hablé con ellos y les dije que debían solucionar esto. Sin embargo, él no quiso ir a un psicólogo”.

Después de eso, la calma habría vuelto en la familia, hasta que ocurrió esta tragedia. Los seres queridos de Ana Luisa emprendieron su búsqueda luego de 9 días y en una quebrada fue hallada por Fabián.

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“Recibimos una llamada de una hermana y nos contó que estaban haciendo esa búsqueda”, recordó Alexander Perugachi, sargento del Cuerpo de Bomberos de Cayambe. Él y otros compañeros fueron a la zona y localizaron el área donde estaba el cuerpo.

Ana Luisa fue metida en un costal luego de ser asesinada. Después la sepultaron a una profundidad aproximada de un metro con cincuenta centímetros, y sobre el ‘sepulcro’ dejaron unas llantas. “El equipo de Criminalística llegó, sacó el cuerpo, revisó su vestimenta y se la puso en una canastilla. Las labores de extracción duraron hasta las 23:00 (del miércoles)”, detalló Perugachi.

A simple vista no se distinguía cómo fue asesinada Ana Luisa, contó Fabián. En la morgue de la Policía, en Quito, se hizo la necropsia y esta dejó en evidencia que su ñaña tenía huellas de estrangulamiento. “Además, tenía golpes en todo su cuerpo. El estado de descomposición reveló que fue asesinada el mismo día de su desaparición (7 de octubre)”.

Con estos datos, Fabián tiene una hipótesis: ella fue asesinada en la misma casa y luego metida en el costal. “Pero no creo que lo haya hecho solo (el criminal). Quien la mató debió tener la ayuda para llevarla hasta donde la encontramos”.

El barrio donde vivía la víctima está a una distancia de cuatro kilómetros aproximadamente de donde fue localizada. Además, Perugachi indicó que el área donde enterraron a la mujer tiene una inclinación de unos 60 grados, lo que dificultó el levantamiento en el que se usaron poleas.

Ahora, el único ruego que tiene la familia es el mismo que surge en estos casos: “que se haga justicia y se dé con el o los responsables”.

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