La propietaria de un pequeño gabinete en el sur de Ambato, provincia de Tungurahua, ha encontrado una solución inusual, pero efectiva, ante los largos cortes de electricidad: ¡prestar luz!

Por un acuerdo con sus vecinos, quienes también sufren por los apagones, cuando se le va la luz, Rosa Yupanqui se conecta a una red eléctrica diferente para seguir laborando en su negocio. Asimismo, en el horario que a sus vecinos le cortan el suministro eléctrico, ella les permite conectarse.

(Te invitamos a leer:  El descuido de una mujer que casi provoca una desgracia en Quito)

“Nos turnamos para no cerrar. Mis vecinos entendieron que el egoísmo no es una opción ahora”, comenta la mujer mientras continúa atendiendo a sus clientes.

Según menciona, no tienen complicaciones porque al momento de pagar la planilla no les representa una gran diferencia con respecto a antes de los apagones, de manera que el pago queda ‘chato’. Así estos trabajadores se las ingenian para no parar de trabajar.

En Mollepamba, la comerciante Mélida Ramírez también se las ingenia para hacer frente a los apagones. Ella ha desplegado un pilo de mantas y cartones para mantener frescos sus productos cuando los cortes de energía son prolongados.

“Llevo semanas sin dormir bien, me levanto antes de que corten la luz para desconectar todo, cubrir con mantas gruesas mis congeladores y que no se echen a perder las carnes y los helados”, relata sin poder ocultar la preocupación.

La mujer mencionó que cuando empezaron los cortes, se le echaron a perder dos pollos que tenía para vender, por lo que tuvo que cocinarlos para los perros.

Después, un vecino le aconsejó que arrope los congeladores, porque así “no se va el frío”. Eso hizo y, según asegura, los productos se mantienen a baja temperatura.

En los mercados de Ambato la situación es crítica. Según Carlos Corrales, presidente del Mercado Modelo, los cortes han dejado a más del 60 % de los comerciantes en riesgo de perderlo todo. “Refrigeradores y congeladores no aguantan tanto cambio de voltaje, y ya van varios dañados”, asegura.

Cuentan que han debido tirar camarones y mariscos porque no pueden mantenerlos frescos. Comprar generadores no es una opción viable para la mayoría. La infraestructura de los mercados no soporta estos aparatos y los costos son prohibitivos.

En el Mercado Central, Eliza López gastó 800 dólares en un generador que solo alimenta dos focos y una cortadora de carne, pero no se libró de que uno de sus congeladores grandes se dañara hace una semana, generándole un gasto de 50 dólares en reparación.

En un intento por evitar pérdidas mayores, muchos han bajado sus precios, vendiendo productos más baratos, antes de que se estropeen y terminen en la basura.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!