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Resiliencia y Esperanza: Jóvenes enfrentan el derrame de petróleo en Esmeraldas
La limpieza del crudo en la comunidad de El Achiote, en Quinindé, se ha transformando en una lucha por un futuro mejor
El tranquilo ambiente de El Achiote, en Quinindé, provincia de Esmeraldas, se vio drásticamente alterado por el derrame de petróleo del Sistema de Oleoducto Trans-Ecuatoriano (SOTE), registrado el 13 de marzo de 2025. Este evento no solo afectó el ecosistema local sino que complicó la vida de sus residentes. No obstante, en medio de la adversidad, tres jóvenes tienen un medio de sustento, limpiando las zonas contaminadas.
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Carlos Bone, Miguel Cuero y Jaime Bone, emergieron como figuras de tenacidad y esperanza ante derrame de petróleo que ha dejado un impacto devastador en sus comunidades. Ante la imposibilidad de seguir con sus vidas normales, los jóvenes decidieron enfrentar la situación.
Mientras observa el río en el que solía bañarse, Carlos Bone expone su tristeza, pero también asume que el daño que hay a su alrededor ahora es su fuente de trabajo. Ellos se incorporaron a las tareas de limpieza.
Miguel Cuero, quien se encontraba desempleado antes del desastre, es otro de los que aceptó trabajar en la recolección del crudo. "Necesitamos más ayuda para limpiar todo esto. No podemos hacerlo solos. Es un trabajo monumental”, resume el joven.
Adaptándose a la tarea de remediar el daño
Los jóvenes utilizan trajes especiales para evitar mancharse con el crudo. “Nos ponemos estos trajes blancos, que son lo único que nos protege de la contaminación”, dice Jaime Bone, quien trabaja junto a su hermano, Carlos. “Recorremos las orillas de los diques que se armaron para contener el crudo, cortando la maleza contaminada con machetes”.
La recolección no es tarea fácil. Algunos jóvenes se sumergen hasta la cintura en el agua, utilizando cedazos de metal y polvo absorbente para recoger el crudo. “Estamos utilizando lo que es el musgo absorbente y desengrasante para romper las partículas del crudo”, explica Carlos. “Luego, recogemos el petróleo en fundas rojas para evitar una contaminación mayor”. La técnica que emplean es rudimentaria, pero necesaria. “Es un trabajo duro, pero sabemos que estamos ayudando a limpiar nuestro hogar”, añade Miguel.

Comunidad se ha unido a la recuperación
Luis Cabeza, de 22 años que trabaja junto a ellos. “Vengo de una familia de pescadores. Ver cómo el río se contamina me duele, pero tengo que trabajar. Espero que algún día podamos restaurar lo que se ha perdido”. La tristeza en su mirada contrasta con la esperanza que lleva en su corazón.
La comunidad ha respondido de diversas maneras. Muchos han organizado jornadas de limpieza y sensibilización sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, de proteger los ríos.
La lucha de los jóvenes de El Achiote no solo pone de manifiesto su fortaleza y determinación, sino que también refleja la urgencia de abordar los impactos ambientales en un esfuerzo conjunto.
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