En completo hermetismo fue trasladado la noche del lunes 17 de julio, desde la morgue de Santa Elena hasta el cementerio de Manantial de Chanduy, el cadáver de Gladis Violeta Serna, de 64 años, una de las cinco personas asesinadas la tarde del domingo 16 en el barrio Las Acacias, dentro de una vivienda en construcción.

Para sorpresa de los habitantes de Chanduy, la mujer no tuvo velorio y fue llevada con resguardo policial de forma directa al camposanto. Los moradores se sorprendieron al ver los patrulleros y motos de los uniformados, quienes custodiaban el lugar.

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“La han enterrado enseguida, por temor a que ocurra otra masacre. Dios mío, esto parece una película. Muy pocos familiares de la difunta estuvieron presentes. Hubo tremendo operativo de seguridad”, murmuró un nativo.

En el ataque a bala también murieron Erick Arévalo, Génesis Vega, Michael Campuzano y el venezolano Luis Toloza. Los cuerpos de Arévalo y Vega fueron llevados a Quevedo, de donde eran nativos. Mientras que Michael Campuzano, quien residía en el puerto de Chanduy, fue llevado a su vivienda para el respectivo velatorio, lo enterraron el 18 de julio.

Quienes conocían a Campuzano indicaron que se trató de una víctima colateral del hecho. “Trabajaba como maestro de la casa que estaban edificando”, dijo un allegado.

Hasta el 18 de julio, los restos de Luis Alfonso Toloza permanecían en una morgue particular de Santa Elena. Se conoció que sería cremado para llevar sus cenizas hasta el país de donde era originario. El extranjero laboraba como albañil de la casa donde fue acribillado.

La principal hipótesis que hasta el momento tiene la policía es que la familia, propietaria de la vivienda en donde se produjo el crimen, tenía alguna deuda pendiente y esta fue cobrada de la peor manera.

La versión tomó fuerza porque según los testimonios recabados por los agentes, se logró determinar que los quevedeños por un tiempo se habían alejado del sitio y dejaron abandonada la construcción. Pero hace pocas semanas regresaron para retomar la obra y fue cuando se dio la matanza.

Fueron más de cuarenta indicios balísticos que encontraron los agentes. Además, entre los arbustos, donde estaba uno de los fallecidos, se descubrió la alimentadora de un fusil. La investigación policial continúa y el temor de los pobladores es enorme. En la comunidad donde se produjo el sangriento ataque nadie quiere referirse al caso por temor a represalias. 

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