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Iglesia Nuestra Señora de las Nubes: Con conchas reflejan el alma de Ballenita
Descubre cómo por la fe y el esfuerzo comunitario levantaron un símbolo cultural y espiritual
La fe que reside en el corazón del balneario de Ballenita, provincia de Santa Elena, no solo es un reflejo del espíritu de sus habitantes, sino una de las manifestaciones culturales más auténticas de la Península. Todo comenzó hace más de medio siglo, cuando moradores se unieron para restaurar su iglesia.
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Durante Semana Santa, la iglesia Nuestra Señora de las Nubes, situada en la parte céntrica del balneario de Ballenita, se convierte en uno de los puntos más visitados. Creyentes y curiosos encuentran en este templo un símbolo vivo de devoción, cultura y resultado de un esfuerzo comunitario.
Uno de los actos más esperados es el Baño de la Cruz, ceremonia ancestral protagonizada por los pescadores, quienes cada Martes Santo llevan una gran cruz al mar.
Este rito, cargado de misticismo y fe, simboliza la purificación de los pecados y la petición de protección divina para quienes a diario laboran en el océano.
Antes de la procesión marítima, el sacerdote realiza una oración solemne en la explanada de la iglesia, invocando bendiciones no solo para los pescadores, sino también para toda la comunidad y el país.
Un templo que es una obra de arte
Pero esta devoción no se limita a lo litúrgico. Los concurrentes también admiran la arquitectura del templo. En sus inicios, la iglesia fue una humilde construcción de caña, hasta que un sacerdote extranjero motivó a los pobladores a levantar un santuario digno para su Virgen patrona, Nuestra Señora de las Nubes.
Y la respuesta de la comunidad fue unánime: adultos, jóvenes y niños se unieron para levantar lo que hoy es una joya del Litoral ecuatoriano. Mientras los mayores se dedicaban a la albañilería y carpintería, los niños recorrían la playa para recolectar conchas marinas.
“Grandes y chicos participamos en la construcción de nuestra iglesia. Aquí somos muy creyentes en Dios. Después se empezó con el tradicional Baño de la Cruz”, relató el septuagenario Eleuterio Roca.
Elsa Solano, otra de las pobladoras, recordó que cada concha fue colocada a mano en las paredes exteriores del templo. Ella, en aquel tiempo, era la reina de Ballenita y fue parte de las mingas comunitarias para reconstruir el templo.
La iglesia de Ballenita se convirtió en una obra única, donde la espiritualidad y el entorno natural se entrelazan. Su fachada principal, cubierta enteramente por conchas, brilla bajo el sol.

Pero las conchas no solo fueron usadas en el exterior. En algunas secciones del templo, los obreros moldearon figuras con ellas. Hay cruces, ballenas y formas simbólicas que reflejan el alma de Ballenita. La cruz principal del altar, también recubierta de conchas, se ha convertido en un emblema de la localidad.
La casa de oración es impresionante. Algunos visitantes quedan admirados por la cantidad de conchas utilizadas para su recubrimiento. “Realmente es una obra de arte” o “Qué lindo que un sector costero se identifique con una iglesia donde se resalte lo que el mar les entrega”, son algunos comentarios de los visitantes. Muchos de los que llegan a Ballenita, en cualquier época del año, quedan maravillados por la singularidad del templo.
La iglesia Nuestra Señora de las Nubes no solo es un espacio de oración; es un testimonio de identidad, esfuerzo colectivo y fe, que en Semana Santa se convierte en el corazón palpitante de una comunidad que no olvida que el mar también puede ser altar.
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