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Con fe y esperanza: los quinindeños votaron con sus ramos en mano
En Quinindé, los ramos acompañaron a los votantes durante las primeras horas de la mañana
La mañana de este domingo 13 de abril, los habitantes de Quinindé, en la provincia de Esmeraldas, no solo se levantaron con el propósito de participar en la jornada electoral por la segunda vuelta presidencial. También lo hicieron con una tradición que en esta tierra afroesmeraldeña tiene peso simbólico y espiritual: llevar su ramo bendecido de Domingo de Ramos.
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A lo largo de la avenida 5 de Diciembre, una de las principales arterias del cantón, se observaban grupos de personas caminando con hojas de palma tejidas en cruz, algunas adornadas con flores, otras aún frescas con gotas del rocío matinal. Las iglesias, como la Sagrado Corazón, estuvieron más llenas que de costumbre. Muchos felices salieron directo de misa hacia los recintos electorales.
“Primero Dios, luego la patria”, dice doña Mariana Cedeño, una mujer de 67 años, mientras espera su turno para ingresar a la Unidad Educativa Juan XXIII, uno de los recintos más concurridos del cantón. En su mano izquierda lleva su cédula; en la derecha, un ramo trenzado que sostiene con delicadeza. "Hoy es un día sagrado. Votar también es un acto de fe. Yo ya le pedí a Dios que ilumine a los que están gobernando para que el país mejore, para que mis nietos puedan vivir sin miedo", explicó la mujer.
Como Mariana, cientos ciudadanos combinaron sus creencias religiosas con su compromiso ciudadano. Esta vez, la coincidencia del proceso electoral con la celebración cristiana fue más que simbólica. Se convirtió en un acto cargado de esperanza.
Frente a los recintos, además de las tradicionales ventas de comida rápida, aparecieron puestos de ramos improvisados. Algunas mujeres ofrecían palmas tejidas y ramas de olivo a un dólar. “Muchos salieron apurados a misa y se olvidaron de llevar ramo, así que aquí les solucionamos”, comenta entre risas Teresa Anchundia, vendedora de artesanías religiosas.

Salieron de misa y luego fueron a sufragar
En el colegio Simón Plata Torres, otro de los puntos de votación, la escena se repite: ciudadanos con vestimenta formal de domingo y ramos colgando de los brazos, caminando bajo un sol que, por momentos, se asomaba entre las nubes. Algunos usaron sus ramos como abanicos improvisados mientras hacían fila.
"Yo vine con mi familia completa. Todos fuimos a misa y luego pasamos por aquí a votar. Así nos enseñaron a nuestros padres: que todo lo importante se hace con fe", dice Kevin Zambrano, de 34 años, comerciante y padre de dos niños. "Sé que muchos están decepcionados de la política, pero hay que seguir creyendo. No votar no soluciona nada. Si queremos un país con paz, con trabajo, tenemos que participar", analizó Zambrano.
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Los sonidos de la misa matutina aún resonaban en las calles cuando las primeras personas comenzaban a aglomerarse en los exteriores de los recintos. A las 9 de la mañana, la influencia ya era notable. Y aunque el proceso era rápido, las conversaciones en las filas estaban marcadas por la inseguridad, la falta de empleo y el deseo de recuperar la tranquilidad.
"Yo oré por Ecuador, por mi familia, por mi barrio que está sufriendo con tanta violencia. Mi voto es un acto de amor por mi gente", expresa Rosa Chalá, de 69 años, maestra jubilada. "Me levanté temprano, fui a misa, y le pedí a Dios que toque el corazón de quienes toman las decisiones en este país. Que piensen en los niños, en los ancianos, en los que no tienen qué comer", expresó.
El ambiente, a pesar de ser electoral, tenía un aire distinto. Era más sereno. Incluso los vendedores callejeros bajaban el volumen de las bocinas y ofrecían sus productos con discreción. La solemnidad del día santo se mezclaba con la responsabilidad cívica. En Quinindé, este 13 de abril no se votó solo con tinta en el dedo, sino también con fe en el alma.
Muchos ciudadanos regresaron a sus casas con la satisfacción de haber cumplido con dos mandatos: el espiritual y el democrático. Porque en esta tierra donde la fe y la esperanza siguen vivas, votar también fue una forma de rezar por un país mejor.
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