La sombra de la violencia se coló a la fiesta de un cumpleaños en el barrio Nueva Esperanza, en las riberas del río Esmeraldas, en la ciudad que lleva su nombre, y dejó a una madre devastada y a una comunidad sumida en el horror.

La música resonaba, mientras se alistaban para cantar el feliz cumpleaños de una señora, pero antes de que pudieran entonar una sola nota, unos disparos alteraron todo y arrebataron la vida de Ariel Valencia, de 23 años, hijo de la cumpleañera, y la del amigo Piero Baguí.

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“Ya íbamos a prender la vela para cantar el cumpleaños a la homenajeada, pero escuchamos los disparos y nos escondimos”, relató un familiar de Ariel. La música que se detuvo abruptamente, las risas se ahogaron por el miedo y la confusión se apoderó de todos. Después vieron a Ariel y a Piero que yacían inertes.

El vástago de la agasajada habría intentado montar una motocicleta como su única esperanza de escapar de la furia de los atacantes, pero quedó tendido junto a la máquina. Piero, por su parte, buscó refugio en la oscuridad del callejón, pero los balazos lo alcanzaron y cayó junto a la entrada de una casa vecina.

La madre de Ariel, cuyo cumpleaños debería haber sido motivo de felicidad, ahora enfrenta el insondable dolor de perder a su descendiente en un acto de violencia sin sentido. Su cumpleaños se convirtió en una pesadilla.

“No sé por qué me lo mataron, era un muchacho sano que no se metía con nadie”, se lamentaba la madre de Ariel, mientras que una hermana del joven suplicaba entre gritos y sollozos que se levante del piso. 

Esmeraldas se encuentra sumida en la inquietud y el temor. Después de casi tres meses sin muertes violentas y casos de sicariato, en la ciudad se ha vivido 72 horas de horror y tensión a causa de cuatro asesinatos. (LCh)

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