Lo que debía ser un día de diversión y esparcimiento se convirtió en una tragedia que ha sumido a una familia entera en el más profundo dolor. Carlos Montaño, un joven de apenas 18 años, desapareció sin dejar rastro la tarde de este martes en las aguas traicioneras del río Teaone, en Esmeraldas. Lo que comenzó como un inocente juego entre amigos, terminó en un angustiante drama que tiene a toda la comunidad en vilo.

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Carlos, quien había llegado a Esmeraldas desde Riobamba para pasar unos días de vacaciones en casa de su abuela, decidió aprovechar el tiempo libre tras haber cumplido su mayoría de edad el pasado 2 de agosto.

Apenas un mes antes, el 5 de julio, había celebrado con orgullo su graduación del colegio, un logro que llenó de alegría a su familia. "Era un muchacho que no le hacía daño a nadie, obediente con sus padres y toda su familia", relató su abuela entre sollozos, mientras aún intentaba procesar la noticia que recibió mientras preparaba el almuerzo.

El escenario de esta tragedia es el puente que cruza hacia la Isla Luis Vargas Torres, a la altura del colegio Margarita Cortes. Allí, entre risas y juegos, Carlos decidió lanzarse al río sin imaginar que sería la última vez que sus amigos lo verían.

Inmediatamente, la desesperación se apoderó de todos; niños del sector, amigos y familiares del joven no dudaron en lanzarse al agua para intentar encontrarlo, pero fue en vano. La corriente se lo llevó, y con él, las esperanzas de un futuro lleno de sueños y promesas.

El Cuerpo de Bomberos de Esmeraldas no tardó en movilizarse. Dos buzos y tres bomberos, apoyados por un bote de goma, se sumergieron en las turbias aguas del río Teaone con la esperanza de encontrar a Carlos. Sin embargo, la búsqueda, que se prolongó durante horas, tuvo que ser suspendida al caer la tarde, dejando a la familia en un limbo de angustia que solo el tiempo parece poder aliviar.

Pero la familia de Carlos no se resigna. Con una vela encendida y un mate, según una antigua tradición para buscar a los ahogados, continuaron su propia búsqueda, aferrándose a una esperanza que se desvanece con cada minuto que pasa.

La imagen de su abuela, con el rostro cubierto de lágrimas, sosteniendo la vela mientras susurra una oración, es un reflejo del dolor profundo que embarga a todos los que conocieron a este joven lleno de vida, cuyo destino parecía haberse truncado en un instante de descuido.

Este miércoles, los buzos del Cuerpo de Bomberos reanudarán la búsqueda, con la esperanza de que el río Teaone devuelva a Carlos, aunque sea para darle a su familia la oportunidad de despedirse.

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