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Jorge Perugachi hace una pausa en cada pincelada para dar forma a sus ideas en imágenes sobre el lienzo.Karina Defas

“Ya quedó así: Ecuador es gris”, dice el pintor Jorge Perugachi

A nivel internacional sus obras se han exhibido junto a las de los legendarios Pablo Picasso, Salvador Dalí, Joan Miró, entre otros.

La casa, el taller y galería de Jorge Perugachi se levantan bajo el sol abrigado de Pomasqui. El pintor nació en Otavalo, un día de 1954 y hace 28 años, crea y vive en este poblado, de clima seco y silencioso paisaje desértico. “Aquí todavía se puede vivir tranquilo”.

La amplia y ordenada galería hospeda parte de su obra: su reconocido y vibrante manejo del color destaca bajo una iluminación perfecta. Jorge cuida sus cuadros: la sala, espaciosa e impecable, conserva icónicos momentos de su carrera, con cincuenta años.

El celebra su mestizaje: sus colores, los temas, símbolos y habitantes de su obra, vienen de su infancia. “Otavalo, el sol andino: abres una ventana y los colores entran en cascada; la Plaza de Ponchos, los telares y diseños de los tejedores y artesanos de mi pueblo”.

Entre cajas de pinceles y tarros de pinturas a Jorge le comienzan fluir las ideas para crear sus obras.Karina Defas

Memorias, pérdidas, alegría

La galería, las etapas. “Vírgenes del sol”: mujeres bellas y guerreras que remiten al ancestro. “Mujeres andinas”: hermosas, en su vuelo, en su aire. “Ausencia”: la cromática, los silencios y vacíos de los que se van, de los que se quedan. “Mujeres de la noche”, los desnudos de Jorge, en su desafío. “Quitos andinos”, el artista y su mirada a la ciudad.

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Tranquilo, recorre su galería. Se lleva bien consigo mismo: trabaja como en los lejanos inicios. “Son décadas de investigación, de descubrir, re-descubrir, buscar autenticidad. Mi obra está pintada de memorias, de pérdidas, de alegrías”.

Los colores de Perugachi residen en su alma mestiza y su ser creativo. “Los colores te bañan, te acarician, te alegran. El color es parte mía, nació conmigo”. ¿Destellos y huellas del remoto mundo andino? “Yo estoy, voy siendo en el color. Otavalo, ahí empieza”.

Nadie es profeta en su tierra

Esa orgullosa pertenencia le ha retornado reconocimiento y oportunidades excepcionales. En una mesita, Jorge hace una pausa. Sonríe, muestra el catálogo de la Quinta Bienal de Beijing 2012; donde su obra alternó con la de genios universales. Entre otros, José Luis Cuevas, Diego Rivera, Gunther Gerzso, Francisco de Goya. “Un honor”.

En otra formidable exposición colectiva, realizada en Kuala Lumpur, Malasia; la obra de Perugachi se colgó con la de Picasso, Dalí, Joan Miró, entre otros referentes fundamentales de la historia plástica. “No es un hallazgo de la inspiración, no creo en ella: esto es trabajo, repetición, entrega”.

Jorge Perugachi muestra con mucho orgullo sus cuadros.Karina Defas

Mujeres, migrantes, ausencias

Las mujeres de Perugachi tienen un aire conmovedor. ¿Nostalgia? ¿Penas? “Sigo creyendo que, donde sea, como sea, la mujer es paz, resistencia, evolución”, responde, pensativo. Y añade que su obra no escapó nunca del contexto, de los tiempos y su huella. Uno de esos, la migración. “Partir, irse: es tan doloroso como una pérdida”.

Cuando se propuso una serie sobre el éxodo de los ecuatorianos a España, en cada uno de sus lienzos también se fue un poco de su alma. “A mis mujeres trato de abrazarlas, sin tocarlas. Ellas van a trabajar por, no para sí mismas. Eso es muy grande, conmovedor”.

Sobre el lacerante tema, “Ausencia” es la obra culminante. “Ahora mismo tantos compatriotas deben buscar su vida lejos de los suyos, de su paisaje. Es mi tributo a esa palabra devastadora: ausencia de la familia, del amor, del cariño, de la casita”.

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Las luces, las sombras

Otro momento en que el pintor se refugió en su obra, fue el de la pandemia. “Epitafio” es la obra referente. “Unos partieron, los que se quedaron, están hechos de tristeza: nos quedamos en el aire. Me encerré, logré pintar cinco obras y se fueron a una Bienal de China”, cuenta, acontecido.

En sus mujeres, sus Quitos, sus chacras, sus surcos; el manejo del claro obscuro es otro de sus logros. “En la caída, en la angustia; creo que aún queda la esperanza; que la esperanza es parte de ella”, reflexiona. “Y la tensión de la luz junto a la sombra me permiten meditar, contener esos instantes tan fuertes”.

Se llevaron todo, nos queda el hambre

Cuenta Jorge que se encierra, se refugia en el taller para liberar su ímpetu y talento creativo; pero baja a almorzar y en los noticieros de la televisión, Ecuador le abruma. “Ya se llevaron todo, casi nos quitan la ilusión; queda el hambre, la impotencia”.

Mirando una obra en proceso, es notorio: al maestro Perugachi le afecta reflexionar el actual momento nacional. “La Constitución la hicieron para algo, ese algo nos derriba. Una vez leí que un oso cae en una trampa de acero, viene el invierno. El oso pierde su pierna, para salvar la vida”, dice, con una mueca de resignación en el dolor.

El maestro en la indefensión

Perugachi: él mismo se anima y también entra en conflicto. “Es así, estamos, vivimos así”. Ciertamente, en su obra destaca esa fusión de la luz con la obscuridad. “Queda, siempre queda, la esperanza. Y la frustración: ministros de Cultura que no saben, no valoran. Llevas un proyecto y te ponen a la secretaria”, reniega. Y mejor, se ríe.

Jorge vive como se merece: bien. Los 90 en Quito fueron plenos para la música, la pintura; todo se diluyó. Al él le toca, incluso, pelear con el plagio. “No tengo web ni redes, mi obra es plagiada sin vergüenza. He visto, denunciado camionetas de copias fatales de mi obra. Que ya van a investigar, te dicen”, cuenta, contrariado, indefenso.

La salvación y el lienzo

Perugachi ensaya trazos sobre el lienzo. “Encuentro la salvación pintando, me refugio en mi fe. Desde hace veinte y siete años soy cristiano evangélico: todo está en manos de el Señor y lo sigo en mis lecturas de la Biblia”, revela de cómo se sostiene, a pesar del Ecuador, a pesar de todo.

Es que el país asfixia. “Pintas, vuelas, te elevas. Pero te tomas un descanso y nuestro Ecuador te asedia: ametrallaron cinco, estallaron un auto. Quieres evadir, pero la realidad te cerca. Esto podrá mejorar, pero no va a cambiar”, suspira, se refugia en un breve silencio.

Los muertos nuestros de cada día

Se duele, gesticula, no se explica, no lo acepta. “Respiro, tomo aire. La sensibilidad está tocada, está alterada. Ecuador te “shoquea”: acudes al lienzo, creas, pero prevalece la herencia nuestra de cada día: los muertos, el miedo, la angustia”.

De frente a su deslumbrante mundo de mil colores, a la euforia de sus trazos potentes llenos de luz, Perugachi se detiene a pensar una última pregunta. ¿De qué color es el Ecuador de nuestros días? Me mira, profundo, cuestionado, cuestionando. “Ya quedó así: Ecuador es gris”, sentencia.

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