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La rotura del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) el pasado jueves 13 de marzo, desató una tragedia ambientalLuis Cheme / EXTRA

Emergencia ambiental en Esmeraldas: Supervivencia y dolor en El Achiote

Por el derrame de petróleo en este recinto de Quinindé, las familias viven desesperadas y enfermas

En El Achiote, cantón Quinindé, provincia de Esmeraldas, la supervivencia está marcada por el abandono. Lo que una vez fueron tierras fértiles y ríos que alimentaban la vida, se han transformado en un paisaje teñido de crudo.

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La rotura del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) el pasado jueves 13 de marzo de 2025 desató una tragedia ambiental que no solo envenena las aguas, sino también las vidas de quienes dependen de ellas.

Janeth Mora, madre y cabeza de una familia de siete integrantes, comentó que su pozo, ubicado apenas a 10 metros del río El Achiote, se contaminó rápidamente debido a la proximidad con las aguas saturadas de hidrocarburos.

Sin recursos para trasladarse a buscar agua limpia a la vertiente más cercana, que está a 5 kilómetros a pie cruzando una montaña, Janeth se ve obligada a usar lo que tiene a mano. Pero esa agua ha sido un enemigo silencioso para su familia.

Janeth sufre de dolor de garganta persistente, mientras sus hijos pequeños tienen comezón constante en la piel. Además, su padre, un adulto mayor, no ha podido controlar una diarrea desde el fin de semana. Su esposo soporta dolores de cabeza crónicos y ardor en los ojos.

En El Achiote, 170 familias enfrentan el impacto directo del derrame de crudo.

“Solo el primer día vinieron (los equipos de atención), nos dieron paracetamol y nada más. Necesitamos ayuda porque nos estamos enfermando”, clama Janeth, mientras espera fuera del campamento de Petroecuador.

El río Caple es otro de los afluentes contaminados con el crudo.Luis Cheme

Padecen por la falta de agua

María Estupiñán, otra residente del sector, relata una historia similar. Su hijo adolescente comenzó a presentar problemas respiratorios severos después de usar agua del pozo en su finca.

“No tenemos otra opción. ¿Dónde vamos a conseguir agua?”, explica María entre lágrimas. Apenas hace unos días tuvo que vender algunos animales de granja para cubrir los gastos médicos. “Sin producción no hay recursos. Nosotros vivimos de lo que producimos en nuestras fincas, pero sin agua no hay vida”, expresa.

En otro rincón de El Achiote, Pablo Quiroz lidia con la incertidumbre. Su esposa, Carmen, presenta irritaciones en la piel, que los médicos atribuyen al contacto con el agua contaminada. Y desde hace dos días está con vómito y dolor de cabeza. “No tenemos dinero para llevarla a una clínica, y aquí los doctores solo nos dan lo básico”, dice con impotencia.

Afuera del campamento de Petroecuador, las filas de comuneros crecen cada día, buscando medidas de reparación que no llegan.

El reciente derrame de petróleo en el cantón Quinindé deja una estela de devastación.Luis Cheme

Magnitud del desastre

Según cifras del Municipio de Quinindé, hasta este miércoles 19 de marzo se registraron más de 1.400 atenciones médicas relacionadas con síntomas provocados por la contaminación.

De estas, el 70 % corresponde a problemas respiratorios, el 25 % a afecciones dérmicas y el 5 % a complicaciones estomacales. En El Achiote, alrededor de 170 familias enfrentan diariamente el impacto directo del derrame, viendo cómo sus fincas, su salud y su esperanza se desmoronan.

El río El Achiote, que alguna vez fue fuente de vida, se ha convertido en el origen del sufrimiento. El crudo derramado se propagó como un veneno silencioso, desde ahí hacia el río Caple, luego al río Viche y finalmente al Esmeraldas y al mar. 

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