El reciente derrame de petróleo en el cantón Quinindé deja una estela de devastación que abarca no solo el medio ambiente, sino también la salud y el sustento de miles de familias. Con cinco ríos afectados, la situación se ha vuelto crítica para aproximadamente 4.500 familias que ahora enfrentan problemas respiratorios y la falta de acceso a agua potable.

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Desde el día del derrame, brigadas médicas del Municipio local han atendido a cerca de 600 ciudadanos, de los cuales el 75 por ciento presenta problemas respiratorios debido a los gases emitidos por el hidrocarburo.

El alcalde de Quinindé, Ronald Moreno, expresó su preocupación. “Pedimos al Gobierno Nacional que llegue con brigadas médicas y medicinas para atender de primera mano este problema, porque la contaminación es realmente seria”, manifestó.

Las noches se han convertido en un desafío, ya que los gases afectan la salud de los residentes, quienes se ven obligados a lidiar con la humedad y los olores desagradables.

María López, quien tiene tres hijos y vive en la zona rural del recinto El Roto, asegura que las repercusiones provocadas por la contaminación fueron inmediatas: “Mis hijos han estado tosiendo y se quejan de ardor en los ojos. No sé qué hacer, el agua que solíamos beber ahora está contaminada”.

¿Qué está sucediendo en los campos?

Los dueños de fincas en la región también sienten el peso de esta crisis. Con el acceso al agua de los ríos comprometido, la producción agrícola se ha visto gravemente afectada.

Juan Carlos Rivas, un agricultor local, vive momentos de desesperación porque hace poco invirtió más de 5.000 dólares en un cultivo de maracuyá que se vio afectado por el derrame de crudo. “Mis cultivos dependen del agua de los ríos. Ahora, no solo tengo que lidiar con la contaminación, sino que también estoy perdiendo mi cosecha”, explica el hombre.

La situación es aún más alarmante para aquellos que crían animales. La falta de agua limpia ha llevado a la muerte de varios animales en las fincas, lo que representa una pérdida económica significativa para los propietarios.

Por medio de tanqueros distribuyen agua

Los más vulnerables en esta crisis son los niños, quienes dependen del agua de los ríos para su hidratación y bienestar. Según datos del Municipio de Quinindé, aproximadamente 2.000 familias en la zona rural se han quedado sin acceso a agua potable.

“Mis hijos no pueden jugar afuera porque tienen miedo de enfermarse. Todo está contaminado”, lamenta Ana María Palomino, madre de dos pequeños.

El impacto psicológico también es significativo. Los niños, que deberían estar disfrutando de su infancia, se ven atrapados en un ambiente tóxico que afecta su salud física y mental.

“No quiero que mis hijos crezcan en un lugar así”, añade Ana María entre lágrimas.

El derrame no solo ha impactado a las familias que dependen de la agricultura, sino también a pescadores artesanales. Maura Oviedo, dirigente del gremio de pescadores de Esmeraldas, explica que la situación es preocupante y que este lunes no pudieron salir a trabajar. “En el puerto pesquero, alrededor de 600 embarcaciones están paradas. Esto afecta aproximadamente a 2.000 familias”, estima Oviedo.

Pescadores no pudieron salir a sus faenas

Los pescadores enfrentan pérdidas económicas devastadoras y muchos de ellos no saben cómo llevar alimento a sus casas. “Estamos hablando de pérdidas de hasta 200.000 dólares diarios. La gente no sabe qué hacer”, dice Oviedo, quien también menciona que el Gobierno no ha ofrecido suficiente apoyo a los afectados.

El Gobierno Nacional comenzó este lunes a distribuir agua potable en los cantones Esmeraldas, Atacames y Ríoverde. Se prevé que en las próximas horas lleguen tres barcazas cisterna para suplir la demanda de líquido vital al menos por esta semana.

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