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Opinión

Editorial: Desastre que no se puede ignorar

El derrame de crudo en Esmeraldas ha dejado un impacto ambiental devastador y consecuencias económicas y de salud

Sabotaje o no, lo sucedido con el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) es una clara señal de que el Estado no está preparado para afrontar situaciones que afectan gravemente tanto la infraestructura petrolera como la vida de los ciudadanos. El derrame de crudo en Esmeraldas ha dejado un impacto ambiental devastador y consecuencias económicas y de salud que exigen respuestas rápidas y efectivas por parte del Gobierno.

El abandono histórico de la provincia de Esmeraldas incluye no solo el descuido de sus localidades cercanas al SOTE, sino también la negligencia hacia el mismo oleoducto, cuya producción se ha visto mermada por problemas recurrentes a lo largo de sus 52 años de operación, dejándolo al borde del colapso.

Si realmente existe voluntad para solucionar este problema, las respuestas no deben ser parches. Hay que buscar soluciones que superen las limitaciones de Petroecuador, cuya ineficiencia ha quedado clara. Además, es urgente atender a las víctimas de este desastre, quienes, debido a la contaminación del agua, han perdido el acceso a este recurso básico y vital para su supervivencia. Es hora de que el Gobierno actúe con responsabilidad y se comprometa a resolver esta nueva crisis.