Con el pasar de los días cabe resaltar la discutida figura del ahora ya expresidente de los Estados Unidos Donald Trump, quien en reiteradas ocasiones se empeñó en resaltar que él era el jefe de Estado de la primera potencia militar y económica del mundo. En cambio, muchos de sus antecesores se esforzaron más bien en publicar muestras de simpatía antes y después de la Segunda Guerra Mundial, cuya victoria se debió sin duda a la intervención norteamericana.

El anterior presidente, un republicano, hizo alarde a nivel internacional de una prepotencia que motivó más de un problema. En cambio, su sucesor, el actual mandatario Joe Biden, un demócrata, ahora se empeña en borrar las antipatías que dejó Trump.

Ante todo, Biden busca frenar las graves consecuencias de la pandemia de COVID. A principios del año pasado, Trump más bien se hizo eco del presidente brasileño Bolsonaro, quien en un principio insistía en que se estaba haciendo un escándalo internacional por una “simple gripecita”.

Hasta el último día de su mandato, que fue el reciente 20 de enero, Trump evitó colocarse la mascarilla, evidenciando la poca importancia que le daba al virus, que ha convertido a su país en el más afectado del mundo hasta la fecha, con centenares de miles de muertos.