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Opinión

Editorial: ¡El absurdo país de los buenos!

Vivir en Ecuador se está convirtiendo en una especie de muestra de valentía. Seguir de pie con un negocio (una tiendita, una ferretería, un bazar o lo que sea), poder comprar un vehículo luego de años de esfuerzo, tener un buen celular o vestirse bien, ir a comer a un restaurante de vez en cuando, salir con los amigos en las noches... todo eso es, hoy en día, una prueba de valor.

¿Absurdo, verdad? Lo que debería ser una cosa normal de cada día, en Guayaquil y algunas otras ciudades del Ecuador, como Quevedo, Manta, Machala, Esmeraldas y varias más, es un atrevido reto, dada la inseguridad que se vive. Y aunque los buenos en este país de luchadores somos más, el poder lo tienen por ahora los grupos delictivos, que a ratos pareciera que tienen de rodillas incluso a los policías y militares que han salido a ayudar con su contingente en el control de las calles.

La ola de secuestros que en estos días enfrenta Guayaquil es un nuevo golpe a esa seguridad. Un médico primero, un italiano dueño de un restaurante luego y a las pocas horas el dueño de una ferretería, a quien incluso sus secuestradores cogieron en peso a la fuerza, son casos que a todos alertan. Y asustan. Pero lo peor es que las autoridades parecen ser sordas y ciegas ante lo que ocurre en Ecuador. ¡Simplemente indigna!