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Opinión
Editorial: Quito y sus contradicciones
Con racionamientos en Puengasí y Pichincha-Atacazo, expertos y ciudadanos exigen políticas de ahorro y control para mitigar el impacto de la sequía y garantizar el acceso equitativo al recurso vital
La crisis energética ha sacado a la luz otros problemas de la capital que se han mantenido bajo la sombra, como el consumo desmedido de agua potable, lo que actualmente, con los racionamientos de energía, afectará el suministro del líquido por el desabastecimiento en la estación Puengasí y los problemas energéticos en la Pichincha-Atacazo.
En Quito, cada habitante llega a gastar 240 litros de agua al día durante las temporadas calurosas, cifra que sobrepasa lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero el despilfarro de agua no es de ahora, debido a la sequía que golpea al país. Este problema lleva algunos años y ha dividido a la ciudad en dos: las zonas comerciales y los valles, donde el consumo es elevado, y los lugares donde escasea, por ejemplo barrios como Calderón.
Es contradictorio que el alcalde haya recomendado a la población ducharse entre 4 y 5 minutos para evitar aplicar restricciones al agua, cuando no se ha podido controlar el desperdicio del líquido vital de ciertas lavadoras de carros informales. Esta medida, aunque necesaria, parece insuficiente si no se aborda también el problema de las actividades que consumen grandes volúmenes de agua sin un control adecuado. Deben implementarse políticas que regulen y fiscalicen el uso de agua en todos los sectores, de modo que la ciudadanía asuma un compromiso real con la conservación de este recurso esencial.