El metro de Quito ha cumplido su primer año, con un porcentaje importante de usuarios que aseguran sentirse satisfechos con el servicio. Sin embargo, también ha enfrentado inconvenientes, como problemas con el método de pago, paralizaciones de vagones por fallas mecánicas e inseguridad, además de la promesa aún pendiente de reactivación económica en los sectores donde están ubicadas las estaciones.

Las principales autoridades de la capital tienen la difícil tarea de lograr que el número de usuarios se incremente para que el servicio sea autosustentable y no se convierta, con el paso del tiempo, en un dolor de cabeza. Y eso sin aumentar la tarifa. De lo contrario, podría caer en desuso, afectando a los ciudadanos que ya lo han incorporado a su rutina diaria, aliviando el drama del tráfico y la congestión.

Es fundamental que las autoridades trabajen para mejorar las áreas en las que el servicio todavía presenta fallas, como la seguridad, la conectividad y la estabilidad del sistema, sin olvidar lo que sucede en la superficie, donde ciudadanos invirtieron dinero en mejorar sus comercios para atraer a los usuarios, pero por la falta de seguridad e infraestructura, siguen siendo los ‘pateados’ de este tan esperado proyecto.cedito