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Esta es la zona en la que recorría Jackson Castillo.Álex Lima

La historia de Jacskon, el 'estrangulador'

El sujeto fue responzabilizado del asesinato de dos niñas en el noroeste de Guayaquil. Horas después de ese hecho atroz, también lo asesinaron. 

Sobre la polvorienta cima de un cerro se consumó la ejecución a tiros del hombre a quien lugareños responsabilizaban del asesinato de dos niñas, de 4 y 7 años. Esta última, los acababa de cumplir el día de su muerte, el viernes 25 de noviembre de 2022. Al individuo los moradores no lo inculpaban solo porque habitaba en la casa de al lado, cuya única división era una vetusta cerca de caña guadúa, sino por sus antecedentes de violencia.

Bajo reserva y aún aterrorizado por la saña con la que habían sido victimadas las pequeñas, presuntamente estranguladas y degolladas con un picahielo, un habitante relató que no fue coincidencia que el criminal conociera exactamente cuándo la madre saldría de casa para llevar a su hija mayor, de unos 9 años, a la escuela, porque esa acción le tomaba entre 15 y 30 minutos, tiempo suficiente para que el atacante saltara la baranda, caminara a la habitación de las menores y las agrediera.

Para el residente, hubo planificación. Y no era el único que pensaba así en esta barriada que, pese a formar parte de Guayaquil, guarda similitudes con zonas rurales de Manabí, porque se encuentra en un área montañosa y es común ver pequeñas plantaciones de frutos o vegetales en los patios. Además, algunos fundadores son oriundos de esa provincia, como los padres de las niñas asesinadas. Tras el doble crimen, ellos dejaron el sector y regresaron a su tierra natal.

Luego de que llevaron los cadáveres de las niñas a la morgue, los familiares las trasladaron directamente a Manabí.Amelia Andrade

Su lugar de confort

Quien no abandonó la zona fue Jackson Jefferson Castillo Rivadeneira. ¿Quién es o quién era él? Pues el hombre que los vecinos señalaban por la muerte de las pequeñas. Él también se crio entre las cooperativas Janeth Toral y Balerio Estacio, del noroeste porteño.

Esta, era su zona de confort y por eso los lugareños creen que no consiguió refugio en otro lugar, lo que facilitó que sus ‘verdugos’ lo localizaran y mataran pocas horas después del asesinato de las niñas. Y es por la forma en cómo habría acabado con las niñas que ahora en el barrio no se ha dejado hablar de Jackson, el ‘estrangulador’.

39 años tenía Jackson Jefferson Castillo Rivadeneira.

Presunto secuestro

Una de las cosas que llevó a los vecinos a sospechar que él era el responsable del hecho atroz, fue que meses antes ellos ayudaron a liberar a dos mujeres jóvenes, consumidoras de drogas, que Jackson supuestamente había secuestrado y mantenía atadas adentro de su inmueble, una pequeña construcción de bloques y cemento de no más de 9 metros cuadrados.

Sin embargo, lo que no sabían los lugareños es que en un sector cercano ya había ocurrido una situación similar. La víctima fue una mujer que caminaba por la lotización San Nicolás, en las faldas de los cerros que bordean el bloque 5 de la cooperativa Balerio Estacio. Fue el 14 de marzo de 2006, a las 08:00. Ese día, una joven fue aparentemente drogada por Jackson, quien acababa de pasar frente a ella, descalzo y con una manta, la cual le pasó por el rostro antes de que ella quedara inconsciente.

Cuando despertó, la chica estaba alrededor de un grupo de personas que la había salvado de ser violada, según se detalla en uno de los once procesos penales que el individuo registra por diferentes delitos en la Judicatura.

En esta casa habitaba Jackson Castillo, junto a la vivienda de las niñas.Amelia Andrade

Sus primeros crímenes

Entre estos casos también constan detalles de tres asesinatos por los que fue investigado, en los que todas las víctimas fueron estranguladas.

El primer suceso que consta en expedientes es el del crimen de Washington Francisco Moreira Rivas, quien fue hallado sin vida a las 14:00 del 22 de marzo de 2005, en el baño de una casa en la cooperativa San Ignacio de Loyola. En este caso la saña fue evidente: la víctima había sido atada a una mesa con un alambre de púas, su rostro estaba cubierto con una camiseta, sus manos fueron atadas con un cordón y alrededor de su cuello había quedado el cinturón que empleó como arma el asesino.

Al año siguiente, también fue considerado sospechoso de la muerte de Diana Del Pilar Morán Viejó, suscitada el 29 de marzo de 2006 en un lugar cercano: la entonces precooperativa Nueva Prosperina. Hoy es un sector bastante poblado e incluso considerado un distrito de la Zona 8, jurisdicción conformada por los cantones Guayaquil, Samborondón y Durán.

La mujer fue hallada descalza y sin ropa interior. En su cuello tenía una corbata y una bata de dormir, prendas con las que habría sido asfixiada. Sus manos también habían sido amarradas con una corbata.

El individuo, de acuerdo a los documentos de los registros judiciales, era portador del virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

Detención

El 29 de abril de ese mismo año, Jackson fue detenido por agentes de la Policía Nacional luego de que un grupo de habitantes de los sectores Nueva Prosperina y Balerio Estacio alertaran que él se encontraba al acecho de transeúntes, con un cuchillo en su poder.

En consecuencia, hubo testigos que lo identificaron como el presunto responsable de algunos robos cometidos en la zona y por los asesinatos de Washington Moreira y de Diana del Pilar, quien tenía apenas 19 años cuando fue victimada.

No obstante, el 7 de junio de 2018, cuando se debía decidir la situación legal del individuo, por estas muertes, no hubo testigos que se acercaran a declarar en el juicio. No habrían contestado llamadas y tampoco habrían sido localizados en sus direcciones de residencia, lo que llevó a la Fiscalía a abstenerse de acusarlo por estos delitos. En consecuencia, el Tribunal de Garantías Penales del Guayas, con sede en Guayaquil, decidió por unanimidad ratificar el “estado constitucional de inocencia” del sospechoso.

Quienes lo conocían aún sienten temor de hablar de Jackson Castillo, en la barriada en la que fueron asesinadas las niñas.Adrián Peñaherrera

¿Escuchaba voces?

Pero Jackson no recuperó su libertad, porque aún debía cumplir la condena de 16 años que le habían impuesto por el asesinato de Carlos Esteban Loor Tapia, acontecido en la antigua Penitenciaría del Litoral el 4 de marzo de 2011. En este caso, el procesado confesó que había acabado con la vida de uno de sus compañeros de celda porque este supuestamente le había sustraído algunos sobres de droga.

“Sentí que algo se me sentó al lado y me dijo: ‘mátalo’. Y como estaba con coraje, cuando me di cuenta es que estaba ahorcándolo con las manos, y después lo hice con una camisa; cuando reaccioné ya estaba muerto, lo acosté y lo deje en la cama...”, reza parte de su declaración.

En 2021, luego de diez años de ‘cana’ por el crimen de su ‘pana’ de encierro, Jackson se acogió al beneficio del régimen semiabierto, para cumplir el resto de su pena en libertad. Sin embargo, una vez más fue detenido, pero por tráfico de drogas, aunque no fue llevado a juicio porque fue considerado un consumidor de drogas. Él alegó que las usaba por lo menos cinco veces al día.

Ese fue su último proceso, pues esta vez, por el asesinato de las niñas no se abrió una instrucción en su contra, porque no hubo oportunidad: ‘justicieros’ anónimos lo ‘condenaron’ a muerte.

El inconveniente, ahora, es que no se podrá conocer si estas habrían sido sus únicas víctimas, si actuaba solo o si las voces que decía escuchar estuvieron presentes en cada caso. Son incógnitas que Jackson, el ‘estrangulador’, ya no podrá responder.