El coreógrafo Carlos Menéndez confiesa que tuvo una experiencia vergonzosa con el licor, cuando solo tenía 15 años. Pese a que ha pasado el tiempo, asegura que lo tiene vivo en sus recuerdos como si hubiera sido reciente.

No obstante, a ese episodio que lo define como “terrible”, con los años aprendió a tomarse un trago con mesura. Ahora, que si fuese un licor dice que le gustaría ser el aguardiente manabita currincho, que es barato, pero fuerte.

(Lee también: Seco y volteado: Aura Arce se cayó y se golpeó la cara en su primera borrachera)

¡Espantosa! Tenía 15 años y recuerdo que comenzó con la típica joda de los amigos, que tome, tome y tome. Y tomé. Estuve como tres días ‘en coma’, fue terrible, me dieron un trago malísimo que me hizo mucho daño.

Obviamente las de despecho, si estoy ‘chupando’ es por despecho, por lo general nadie ‘chupa’ de alegría, por lo menos yo, no. Me gusta escuchar a Juanita Córdova o Clarita Vera, esos temas que cantan ellas son cortavenas, me gusta que le lanzan durísimo a los hombres.

Entre amigos, me encanta porque uno comparte, conversa, se cuentan cosas, es todo joda. Tomar con pareja no, porque es para que nos saquemos la mugre ya borrachos, nos demos palo. Definitivamente, no me gusta, en cambio con los amigos es muy divertido.

Sería el licor más barato, pero el más fuerte de todos que es el currincho, de Junín, Manabí. Es un aguardiente para valientes. La mayoría de la gente le tiene respeto, porque sabe que no cualquiera se atreve a tomarlo. Todo el mundo toma cerveza, vino o whisky, pero el currincho es cosa seria. Y así igualito soy yo, no cualquiera me toma. Con el currincho es para pasar ‘en coma’ una semana.

A los 15 años no solo fue mi primera borrachera, sino también la más bochornosa. Tomé tanto que recuerdo que estaba en el Teatro Centro de Arte, en mis clases, con mis compañeros. Por ahí mismo vivía una de mis compañeras y nos fuimos a la casa de ella, lo último que recuerdo es que me decían que no me vaya. De ahí no sé nada más hasta que aparecí caminando por la vía Perimetral, como un zombi y tenía en las manos unas pastillas.

Eso fue espantoso, tan horrible que cuando volví en mí, estando consciente, seguía caminando por la calle, así como se ve en la serie Walking Dead. Lo más curioso es que nunca supe por qué tenía esas pastillas, si es que me las fui robando, si de borracho me da por ser cleptómano y me voy llevando cosas, no lo sé.

Después mis compañeras comentaban que no estaban las pastillas para el dolor de cabeza, les dije que no sabía, cuando fui yo quien se las llevó.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!