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Farándula
Polo Baquerizo y su esposa hablan de su matrimonio: Se salvó de las acosadoras
Los ‘piquitos’ que Polo Baquerizo regalaba en TV, no resquebrajaron su matrimonio de 40 años con Laila
Polo Baquerizo (68 años) es de esos caballeros chapados a la antigua, que no ocultan sus sentimientos, más aún cuando mira a su esposa, Laila de la Torre (58). Ahí el mundo se detiene y no existe nadie más. El pasado 13 de agosto cumplieron 40 años de matrimonio.
¿Le molestó que su esposo en Haga Negocio Conmigo le robaba piquitos a las modelos y a las chicas del público?
L: Las primeras veces me impactó y me sorprendí porque preguntaba ¿y eso qué significa? Y él me decía ‘estoy trabajando’. Esa parte de ser coqueto era su trabajo, pero cuando alguna le respondía en exceso... (Te invitamos a leer: Aunque te duela: Daniel Medina, el conductor héroe se casa en vivo en TC Televisión)
P: Ahí yo me le hacía para atrás (risas). Además fue inédito en la televisión.
L: La gente me preguntaba ¿cómo soportas eso, no eres celosa? No soy celosa, soy segura, primero porque todo lo que pasaba al aire era en público, entonces no era para pensar que detrás de cámaras pasaba algo escondido.
P: Terminaba el programa y antes de que salga el público me iba a mi oficina. Mi hijo el mayor, porque tengo dos hijas más, cuando era chiquito vio el piquito en televisión y se puso a darle puñetes a la pantalla y decía ¡es mi papi!
L: La televisión es fantasía pero en la vida real si su trabajo fuera en oficina, por ejemplo lo encuentro hecho el coqueto que te beso y no te beso, estamos hablando de otra cosa.
¿Nunca le dieron celos las modelos del programa? Eran súper guapas.
L: Primero, las he respetado siempre y ellas respetaban el lugar en donde estaban.
P: La típica (idea) de mucha gente y me preguntaba si les hice o no les hice y les decía ¡no hablen pendejadas! porque a las modelos siempre respeté y las hice respetar.
Al consultarle si alguna vez lo habían acosado, el expresentador es prudente y trata de no profundizar en el tema. Es más, ni se acordaba pero su esposa le refrescó la memoria, una curiosa y peligrosa anécdota que sucedió en 1998, cuando se desempeñó como diputado del Congreso Nacional (Quito) y en su despacho atendía a varios simpatizantes que llegaban buscando ayuda, hasta que apareció la tentación en minifalda y tacones.
P: Me quedaba hasta la medianoche atendiendo gente y la puerta nunca estaba con seguro, afuera estaba la secretaria que entraba y salía, fue horrible ponerme a gritar y es la primera vez que lo cuento (se puso nervioso al recordarlo), yo estaba del otro lado del escritorio, esa mujer se levanta, pensé que se iba a despedir y se me viene encima, por prudencia no voy a decir lo que me hizo y yo contra la pared.
¿Ella le mandó mano a usted?
P: Gracias a Dios entra la secretaria y (esa mujer) se alzó la blusa y le digo a la secretaria ya se va la señorita, acompáñela. Se fue y averigüé cómo se llama y pedí que no la dejen pasar nunca más a la oficina; como no la dejaban pasar averiguó en qué hotel yo estaba y me llamaba a la habitación y colgué, pedí que solo me pasen las llamadas de mi mujer y de la secretaria.
¿Alguna se quiso meter en el matrimonio?
L: Hubo una que lo acosó... Una que iba de público y los de producción se dieron cuenta y no la dejaban pasar porque había que alternar al público y ella era demasiado, una cosa es admirarlo y otra es que se lancen encima, apretujar, era joven y se podía pensar que no estaba en sus plenas capacidades (mentales)... Pero existió otra mujer que se moría por verlo y cuando no lo veía hasta se empezó a disfrazar y se ponía peluca.
¿Qué recomiendan para tener un matrimonio tan lindo como el que tienen?
P: Las partes tienen que ceder. El matrimonio es un proceso.
L: Se crece, se madura, ese primer amor siempre hay que rescatarlo.
¿Qué es el matrimonio?
P: El matrimonio es la única guerra donde los enemigos duermen juntos, no hay campo de batalla, pero hay frente de lucha.
Y ustedes se van de guerra todos los días.
L: Y siempre hay acuerdos de paz también.
Claro, porque usted todavía puede, Polito.
L: Claro, obvio.
P: La verdad ya estoy jubilado (risas).
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