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Farándula
Karime Borja vive en negación por el accidente de su hijo
La exreina de Guayaquil está optimista por la recuperación de su niño, quien volvió a casa tras permanecer 8 meses en cuidados intensivos.
Karime Borja tiene más energía de la que alguna vez creyó tener. Y toda la obtiene de dos fuentes: Dios y el amor por su hijo Mateo.
Y es que toda esa fortaleza la ha necesitado a diario desde que su pequeño, de dos años, tuvo un accidente en una piscina que derivó en una lesión cerebral.
El 21 de noviembre del año pasado, Mateíto se ahogó y pasó 15 minutos sin signos vitales. Los médicos lograron revivirlo en un hospital, donde permaneció, durante ocho meses, en la unidad de cuidados intensivos (UCI), en coma inducido debido a la isquemia cerebral.
Pero hace tres semanas la exreina de Guayaquil 2018 y su hijo volvieron a casa. Ella ha adecuado la habitación del pequeño con los equipos necesarios para su cuidado.
Mateíto ya reacciona a ciertos estímulos y abre sus ojitos, aunque todavía no logra parpadear. Esto llena de esperanzas el corazón de Karime.
Mateíto está reaccionando de a poco...
La lesión que tiene Mateo en su cerebro no es igual que despertarse del coma, como en muchas ocasiones se ve. Su cerebro está bastante afectado y su despertar es de manera progresiva. Ahora abre sus ojitos, pero no puede parpadear de manera constante, trata de fijar su mirada por minutos. Se mueve durante el día, pero no son movimientos voluntarios, sino como reacción a la estimulación que le hacemos, o simplemente por sí solo.
¿Qué le han dicho los médicos sobre la evolución de la salud del niño?
Te dicen que cuando tienes un panorama así, hay que esperar. No te pueden decir qué pasa o qué pasará porque no lo saben. Hice un curso en un instituto de Estados Unidos de niños con lesión cerebral. Lo que aprendí es totalmente diferente a lo que dicen los médicos. Hay estudios que explican que hay forma de que el niño vuelva a ser tal y como era (...) Por el lado de los médicos, es súper desalentador.
¿Qué tipo de lesión tiene?
Tiene el lóbulo frontal izquierdo infartado. Fue por la falta de oxígeno (hipoxia) que en su cerebro. Eso pasa cuando alguien se ahoga. No importa si es en la piscina o donde sea, el problema es que no te llega oxígeno y depende de cuánto tiempo estuviste así.
¿De dónde saca fuerzas?
De Dios. La verdad es que no sé qué es lo que me sostiene. Sé que es mi amor incondicional por Mateo y mis ganas de verlo sonreír otra vez. Es muy duro y complicado. Las personas lo ven desde afuera y me dicen cosas maravillosas, como que me admiran y que soy fuerte, pero me las repito frente al espejo para creérmelas porque es muy complicado. Esto no lo hice sola, sino con mi mamá, que es mi apoyo incondicional.
¿Ha renegado alguna vez por lo sucedido?
Al comienzo no renegué, pero este proceso es complicado. Más allá de la fe, la religión o espiritualidad, es un proceso psicológico muy complejo y más aún el de la mamá. Son etapas, tal cual como el duelo: negación, tristeza, ira. Estuve en estado de shock bastante tiempo. Más allá de renegar de Dios, vivo en una etapa de negación que creo que no la he superado.
¿Por qué?
A veces me despierto porque hay una niña recién nacida que vive al lado de mi departamento y corro porque pienso que es Mateo. Me es complicado decirle a mi mente que se ubique en el presente y no viva en el pasado para cuestionarse. No he llegado al punto de no pensar en que todo podría ser diferente.
Se han formado muchas cadenas de oraciones y le hacen llegar presentes al niño...
Es un niño muy querido y lo único que puedo decir es que siento una gratitud gigantesca por el amor que le tienen. Le ponen “mi guerrero”, “mi príncipe” y no importa la religión, siento que sus oraciones son muy fuertes e importantes.