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Farándula
Héctor y Andrés Garzón: “Podemos perder todo, pero nunca la pasión por el arte"
Con Mis Adorables Entenados, Andrés y Héctor Garzón, se sienten agradecidos porque los catapultó a la TV, abriéndole el camino para otros actores
La infancia de Héctor y Andrés Garzón no fue como la de todos los niños, recuerdan que su mamá no les permitía jugar en el portal de la casa para evitar los problemas con los vecinos, por eso tuvieron que poner a prueba su imaginación para divertirse sin tener que salir. Usando los muebles de la sala y algunas sábanas como telón, crearon el escenario donde recreaban las estampas de Evaristo Corral y Chancleta, el actor quiteño que la mamá de ellos escuchaba en los discos LP (larga duración) que coleccionaba. Sin imaginarlo, comenzaron a desarrollar su pasión por la actuación, una pasión que pese a la oposición de sus familiares, los llevó a abandonar los estudios universitarios para dedicarle todo el tiempo, y que ahora los tiene celebrando 40 años de carrera artística.
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Cambia la historia
No fue hasta que cursaban el último año del colegio Guillermo Rohde que actuaron por primera vez ante un público y sintieron la emoción de los aplausos.
“En esa misma época, 1981 o 1982, Carlos Piechestein sacó un programa que se llamaba Cómicos S.A. e invitaba a chicos a participar, fuimos 10 chicos que nos ganamos 100 sucres cada uno”, rememora Andrés.
También por esos años, indica Héctor que formaron parte del grupo Puriyacta (Pueblo en marcha), con el que presentaron obras en escuelas y universidades. Pero la oportunidad que tanto anhelaban les llegó en 1985, cuando ingresaron a un taller de actuación que ofrecía Oswaldo Segura.
“Con Oswaldo y Tati Interllige, que era la directora del incipiente grupo La Mueca, descubrimos que había una técnica para actuar y una serie de elementos que permiten abordar una obra. Por cuatro años hicimos varias puestas en escena, entre ellas, ‘Maestra vida’ y ‘Me la gané por Diosito santo’, la que tuvo mucho éxito al punto de pasar a la TV con el nombre de Mis adorables entenados”.
Llega el éxito
Confiesan que nunca tuvieron la más mínima idea que iban a ser estrellas, ya que solo cumplían con un trabajo que partía de su pasión.
“Fuimos contratados para ir a Huaquillas y presentar una obra, y nos encontrábamos almorzando, cuando nos damos cuenta que una cantidad impresionante de personas nos miraba, después se acercó un niño a pedir un autógrafo, ya no pudimos comer”, afirma Héctor, mientras que su hermano agrega que fue una experiencia increíble para un grupo que lo único que hacía era trabajar.
Han hecho teatro, cine y televisión, pero la gente los sigue identificando como Rosendo y Pablo Vera, de ‘Mis adorables entenados’, pero ellos se sienten agradecidos porque los catapultó a la televisión, donde después trabajaron en otras producciones, y también porque abrió el camino para otros actores.
“El 11 de marzo se cumplieron 35 años de haber hecho por primera vez Entenados, esto es una muestra de lo que se puede lograr en el país con trabajo, honestidad, fuerza, ahínco y pasión. Hemos tenido otras obras y éxitos individuales, pero nos siguen mirando como la familia Vera, porque es reflejo de la ecuatorianidad”, dice Andrés.
Sin arrepentimiento
Es por eso, que explica nunca se cuestionaron haber dejado una carrera universitaria, Héctor en Medicina y su hermano en ingeniería de sistemas en la Politécnica.
“Años después retomamos los estudios, yo soy licenciado en comunicación y Andrés en camarografía, pero cuando dejamos todo por la actuación, sin consultar a nadie, tuvimos algunos inconvenientes con la familia”.
Andrés, de 55 años, también está estudiando actuación en el ITV y cuenta entre risas que sus compañeros le dicen que para qué lo hace si él ya con su experiencia tiene más que suficiente.
Aunque no todo es color de rosas, indican que cuando el país se dolarizó fue muy duro y Héctor tuvo que trabajar en una óptica por un año para sobrevivir él y su familia. “El arte en sí no es bien comprendido, incluso en los círculos familiares”.
Caídas y balas
Es debido a esa pasión a la que tanto se refieren, que asegura Andrés que los ha llevado a actuar en salas llenas como para dos personas, como sucedió una ocasión que presentaban con Oswaldo Segura, ‘El acompañamiento’.
“A mí me apasiona actuar y hago la función como si hubiera millones de personas en las butacas, ellos no tienen la culpa, hay que hacer la función con las mismas ganas y la misma fuerza desde principio a fin”.
O cuando se sufre una caída aparatosa del escenario, añade el otro Garzón y cuenta que en una puesta de ‘Un guayaco en Hollywood’ se cayó de una tarima de cuatro metros de alto y siguió diciendo sus líneas como que nada hubiera pasado, a pesar de que sufrió un esguince de tobillo.
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“En otra ocasión estábamos grabando en un barrio ‘Los Defensores de la Perla’, y un señor creyó que éramos delincuentes y por poco nos dispara. También hubo una persecución de la policía cuando grabábamos por el estadio de Barcelona, y al disparar balas de salva creyeron que éramos pillos. Se aprovechó eso para incluirlo en la escena” dice entre risas Andrés.
Celebran los 40
Las cuatro décadas en los escenarios, los Garzón lo celebrarán el 31 de marzo, a las 17:00, en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro, donde presentarán el espectáculo ‘40 años de amor y humor’, junto a otras figuras del espectáculo como Oswaldo Segura, Paola Farías, Sofía Caiche, Alejandro Fajardo, Don Day, LaVivi Parra, Claudia Gómez y Jazmín.
“No pensábamos hacer nada, pero nuestro amigo José Luis Silva nos convenció, además, subimos un reel de ‘Los adorables entenados’ y enseguida tuvo 8.000 likes y miles de comentarios, todo eso nos motivó a compartir con el público y un elenco de grandes artistas, estos 40 años”.
Los hermanos admiten que han tenido sus diferencias, hasta se han peleado, “pero más que hermanos somos amigos del arte”.
“Recuerdo una película que se llama ‘El secreto de tus ojos’, de Campanella, hay una parte que el personaje dice: ‘Todo te pueden quitar, tu casa, tu carro, los bienes que has adquirido, pero la pasión nunca se te la van a llevar’. Así hemos vivido nosotros. Nos pueden quitar todo, pero nunca la pasión por el teatro”, concluye Andrés.
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