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Santiago Quintero y las lecciones de la montaña
Pese a problemas con el pasaporte, transporte y clima, el montañista ecuatoriano conquistó el pico Lenin. Una bronquitis frenó su siguiente meta.
Cuando Santiago Quintero se planteó el proyecto ‘Leopardo de las nieves’, tenía claro que para lograrlo dependería de las complicadas condiciones climáticas que se presentan en las cinco montañas más altas de la ex Unión Soviética.
Sus más de 30 años en el montañismo, la gran mayoría con prótesis en los dedos de los pies que los perdió por congelamiento en el Aconcagua (Argentina), le han aportado una gran experiencia, que la puso en práctica en un desafío que resultó extremo.
El primer problema se dio con su pasaporte, al llegar al aeropuerto de Kirguistán. El número de su documento no coincidía con los datos que tenían los oficiales de migración, que no hablaban español ni inglés, y decidieron aislarlo.
Tras 12 horas sin respuestas, Quintero se acercó a un ventanal y empezó a golpearlo con fuerza, lo que llamó la atención de un joven. “Hablaba inglés y me ayudó a contactar con el consulado de Ecuador, fue un ángel que me salvó”, confesó.
Fue el primer presagio de todas las adversidades que todavía tendría que enfrentar.
CON PACIENCIA
Llegó a las faldas del pico Lenin y sin problemas accedió al campo uno y al siguiente día al dos, a 6.200 metros de altura. Ahí se percató que las posibilidades de avalanchas, por la gran cantidad de nieve, eran muy altas, y corría el riesgo de quedar enterrado vivo.
Ante estas condiciones descendió a la base y esperó doce días para intentar alcanzar la cumbre.
“El 25 de julio llegué a la cima enfrentando temperaturas de menos 30 grados centígrados y vientos de 45 kilómetros por hora. Hubo un momento que pensé en regresar, la montaña me llevó al límite físico y psicológico, no acababa nunca”, detalló.
DURA TRAVESÍA
Con varios días perdidos, Quintero decidió buscar ascender solo dos montañas más, en especial la más alta, el pico Ismail Samani, de 7.200 metros. Para esto emprendió un viaje por tierra a la frontera con Uzbekistán, donde logró pasar en medio de militares con metralletas.
De ahí partió a Tayikistán, donde finalmente tomó un helicóptero hacia el Samani. Se unió a un grupo de montañistas iraníes, quienes se le rieron al escucharle que buscaría ascender solo el temible pico.
LA MEJOR DECISIÓN
En equipo iniciaron la aventura y tensaron más de 25 metros de cuerda, una tarea desgastante, tras la cual Santiago se sintió mal.
“Noté una tos que me daba señales de edema pulmonar, estaba débil y me asusté. Me decían que vaya con ellos a la cumbre, si tomaba la decisión de seguir, no bajaba vivo”, afirmó.
Regresó al campo base donde le diagnosticaron una bronquitis aguda, lo que terminó con sus planes. Para completar los problemas, el helicóptero que tenía que sacarlo de la montaña se accidentó unos días antes, y no podía acceder a otro por el conflicto bélico que se desató en el vecino Afganistán.
Mientras esperaba una solución, sus compañeros iraníes no regresaban. La intensa nieve hizo que pierdan rumbo, sufran congelaciones en pies y manos, y tengan que ser rescatados. Por ellos, el Gobierno de Irán gestionó un helicóptero que también trasladó al tricolor.
“Pese a todo, fue una expedición fantástica, aprendí cosas maravillosas”, analizó Quintero, quien ahora retomará su proyecto de subir las 14 montañas con más de ocho mil metros de altura, de las cuales ya lleva ocho.