Era un drama la baja de Karim Benzema. Francia perdía al actual Balón de Oro, al mejor jugador del año, al campeón de Europa. A un futbolista irrepetible, pero no irreemplazable. 

Ahí estaba Olivier Giroud, con su vitola de campeón del mundo, listo para sustituir al jugador del Real Madrid y conseguir que, en Al Wakrah, nadie echase de menos a Benzema en el juego ante Australia.

El delantero del Milan, que no marcó ni un solo tanto en Rusia, cuando su selección se hizo campeona, empezó en Catar con un humor muy diferente. Consciente de que su rol iba a ser el de suplente y de que esta titularidad le ha caído como un regalo del cielo, Giroud, antaño errador de ocasiones, aprovechó sus oportunidades a las mil maravillas y estuvo a punto de dejar uno de los goles del torneo, cuando enganchó una 'tijera' que se marchó cerca del palo.

Lo que sí convirtió fue un regalo de Adrien Rabiot, a puerta vacía, para poner a Francia 2-1 arriba, y un envío de Kylian Mbappé, para picar con la cabeza e igualar un récord histórico del mismísimo Thierry Henry. 

Giroud igualó los 51 goles de la leyenda del Arsenal, el tope en la selección francesa, seguidos por Antoine Griezmann, con 42 goles, y el histórico Michel Platini, que hizo 41.