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Moacyr Pinto: buscando un campeón Mundial en Guayaquil, 37 años después
Merlin Villagómez, entrenador radicado en Estados Unidos fue su alumno y lo volvió a encontrar
Entre 1985 y 1987 su relación fue la de jugador y entrenador. Han pasado desde entonces 37 años y hoy se vuelven a ver, pero ahora como amigos. Es el mejor regalo de Navidad que ambos se dieron.
Moacyr Claudino Pinto da Silva tiene 87 años, se radicó en Ecuador a finales de los 60, fue jugador de la selección de Brasil y actuó junto a Pelé, Didí y Zagalo, fue campeón mundial de Suecia 1958.
Mientras que Merlin Villagómez es nacido en Galápagos y hasta los 18 años estuvo en Ecuador, actuando en los equipos de Filancard, que dirigían Moacyr, y Luq San.
Se fue a vivir a Estados Unidos, donde tiene su escuela de fútbol y ha estado en equipos de la MLS, como el MetroStar junto a Octavio Zambrano; su ultimo experiencia internacional fue con el Fas de El Salvador, que en el 2022 se coronó campeón.
Con el paso de los años, la magia de la tecnología hizo que maestro y alumno nunca dejen de estar en contacto.
A LA PANCHO JÁCOME
Merlin llegó de Estados Unidos y pidió la compañía de EXTRA para ir en busca de su maestro hasta la Pancho Jácome, en el norte de Guayaquil. Estaba algo nervioso, han pasado muchos años. “Me esperas frente a la Policía, entra por La Florida, cerca de la Fiscalía”, le decía al teléfono Moacyr.
El tráfico de terror hizo que el viaje sea largo. Cinco llamadas en el lapso de 30 minutos, hasta que apareció Moacyr, junto a su hijo.
Un abrazo interminable los unió. Luego de 37 años de no verse, era como tener a dos niños festejando goles, sonriendo.
Faltaban varias cuadras para llegar a la casa de Moacyr, en este sector de la Pancho Jácome y allí el brasileño es como si fuera el alcalde, todos lo saludan, todos lo respetan.
El primer piso de su casa es como un museo. Allí está la camiseta de Brasil de 2006 firmada por todos los jugadores de la selección de ese año y dedicada a Moacyr. Más allá, la de Flamengo. Y en otra pared hay fotos increíbles, la del Mundial 1958, y una más en que junto a la Moacyr aparecen el presidente Lula da Silva y el gran Pelé.
La primera sorpresa fue que Pinto no podía bajarse la mascarilla, pues días antes un perro le había mordido; las heridas son grandes, pero el buen humor del brasileño es mayor: “están esperando a ver qué pasa con el perro, si no muere es que no fue envenenado por mí”, comentó, lo que provocó un estallido de risas.
LA 10
Merlin llegó ‘modo navideño’ y le entregó varios detalles a su maestro. Entre esas pascuas, hubo una que mocionó al máximo al exjugador: la camiseta número 10 con el escudo de la escuela que su exalumno y ahora amigo dirige en Nueva Jersey. “Nooo, qué lindo regalo. Hace tiempo que no veía una camiseta con mi nombre, esto está bueno, pero es para mí, espero que mis hijos no se la lleven”, dijo con gracia el brasileño.
RECUERDO
Siguieron los regalos, pero los ojos estaban sobre la camiseta azul. Se sentaron en un pueblo, testigo de todo, el trofeo de la Copa del Mundo que tiene, además de más fotos y muchos recuerdos.
Luego recordaron varias anécdotas que no se habían contado durante todos estos años. Fue una noche de confesiones, de un tipazo que siempre estuvo con la humildad jugando de su lado.
El campeón mundial que vive en la Pancho Jácome
Moacyr dice que él llegó a vivir a la Pancho Jácome cuando no había luz y fue el primero en traer la energía eléctrica. Cuenta que había que salir sin zapatos y ponérselos al salir ya de esa zona, debido al lodo.
Una vez, recuerda, alguien hizo ‘sapada’ y le cortaron la luz, eso hizo que vaya a buscar al alcalde León Febres Cordero, quien se sorprendió al verlo y le dijo que le iba a mandar 21 volquetadas de cascajo y que la luz regrese.
Pinto ha vivido en este sector sin hacer bulla, como uno más del barrio. Merlin comienza a preguntar por las fotos que tiene. La que más atrae es la que está con Pelé y Lula, en el 2008, en Brasilia.
Moacyr por primera vez habla de un tema que lo tenía escondido. Resulta que en el 2008, cuando fue invitado por Lula a Brasil, el expresidente le dijo que se quedaría allá, que le daba trabajo, casa, carro y todo lo que necesitaba. Él solo debía decir sí y listo. Pero Moacyr le contestó que amaba a Ecuador y tenía que volver al país que ahora es su casa. ¡Increíble!
Sobre el gran Pelé, dice que “ahora está en el cielo y seguramente debe estar jugando”.
DOS AMIGOS
Los minutos pasan y entre risas y anécdotas, dan juntos gracias a Dios porque están vivos. Entonces recuerdan a los amigos que han partido.
Es un diciembre diferente, aquí la nostalgia se hace presente, pero todo tiene que ver con fútbol.
Moacyr abre su vida, dice que uno de sus hijos ‘pintaba’ para buen jugador, que hacía goles y estaba a punto de firmar por Barcelona, pero un día le dijo que mejor se iba a dedicar a hablar de la palabra de Dios. Ahora es pastor en Durán.
La despedida fue larga. Se abrazaban y volvían a hablar y otra vez se abrazaban. Al final, Moacyr dijo de memoria el capítulo de la Biblia que está en Josué 1: “No temas ni desmayes que Dios estará contigo donde quiera que tú vayas”. Los ojos de los dos brillan. Es como el regalo que Merlin Villagómez se lleva hasta Estados Unidos.
Ha sido un diciembre diferente para ambos, el regalo de la amistad está de vuelta. Prometen volver a verse, no ponen fecha... será cuando Dios quiera.
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