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En París 2024, Lucía Yépez disputó su segunda edición de unas olimpiadas.EFE

A la medallista olímpica Lucía Yépez su familia la está esperando con un encebollado

Los familiares de Lucía Yépez quieren abrazarla y besarla por destacar en los Juegos Olímpicos de París 2024 

Le dicen la Tigra. Su mamita, María Guzmán, asegura que cuando Lucía Yépez “agarra a su presa no la suelta”. Este accionar ha sido clave en su carrera deportiva como luchadora y le permitió conseguir la medalla de plata en la prueba de lucha libre de los Juegos Olímpicos de París.

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En el barrio donde creció, en el sector Nuevo Amanecer de la parroquia Venus del Río Quevedo, en la provincia de Los Ríos, hay mucha alegría por cada uno de sus logros. El jueves 8 de agosto de 2024, en la lucha por la final en la división de los 53 kilogramos de los Olímpicos, familiares, amigos y allegados se unieron en un solo grito: “Lucía, campeona”.

La Tigra tuvo el apoyo de sus allegados desde Quevedo, provincia de Los Ríos.Daniel Vite

Todos estaban atentos al televisor ubicado a casi 1,90 metros de altura. Bajo este, una mesita con un montón de medallas y dos diplomas de la Tigra. Tras el mesón de la cocina la familia rezando con una vela encendida. ¡El corazón de todos estaba con Lucía!

La amargura por la derrota apenas pasó como un sinsabor, porque todos aplaudieron su esfuerzo, todos lloraron con ella y se sentían orgullosos al verla en el podio con su medalla de plata.

El largo camino de Lucía Yépez

Y es que la trayectoria de 14 años en el mundo de la lucha no ha sido fácil para la Tigra. A los 9 años empezó a practicar este deporte en la Liga Deportiva Cantonal de Quevedo, con la adiestradora Esther Piuxi. Ella le enseñó las primeras técnicas.

Para María, es una alegría inmensa ver a su pequeña luchadora disputar cada combate. Recuerda que con Lucía vivió en el cantón Mocache hasta que la Tigra cumplió los 5 años y luego se mudaron a Quevedo, al sector Nuevo Amanecer. En esa época no avizoraban para nada la vida que tienen ahora.

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Lucía Yépez no pudo en la final ante la japonesa Akari Fujinamcortesía

El barrio era una zona con calles empedradas, donde ellas levantaron una casa de caña y se cubrían del frío de las noches con plásticos. Y, pese a estas adversidades, “nunca faltó el amor de familia”, asegura su progenitora.

Lucía estudió en la escuelita Andrés E. F. Córdoba, cerca del barrio donde creció e hizo varios amigos, con los que empezó a ir a lucha en la Liga. Los zapatos de lona que utilizó en sus inicios quedaron para el recuerdo.

Su mamá siempre estuvo presente y recuerda con nostalgia el primer combate de Lucía, que fue en Santo Domingo de los Tsáchilas.

El apoyo de María fue incondicional y, por eso, la Tigra le prometió llegar a la estelaridad para ayudarla económicamente y ya no trabaje nunca más, revela su progenitora.

Lucía es una inspiración para su ñaña Elena, quien también es su apoyo en cada una de las competencias. “Mi hermana siempre ha sido una mujer que logra lo que se propone y es por eso que está en el lugar que se merece”, indica Elena.

Ahora su familia lo único que quiere es abrazarse con Lucía. Ah, pero hay un ingrediente para la ‘hija de Quevedo’ a quien todos consideran una campeona a todo nivel: un encebolladito con la sazón de mamá. “Ella me ha dicho que se mantenía con frutitas y le daba miedo que le den ‘comidas raras’, como ranas u otras cosas. Por eso, si se puede, le llevaré el encebollado a Guayaquil”.

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