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El Divino Niño fue vestido con la camiseta de Independiente del Valle.Gustavo Guamán

Independiente del Valle: ¡Les funcionó la velita!

La hinchada de Independiente del Valle se reunió en Selva Alegre. Se armaron con banderas, bufandas y con la imagen del Divino Niño Jesús vistiendo el uniforme de Independiente del Valle.

Faltaban tres minutos para el final del partido, pero ya nada frenaba los festejos. Con lágrimas, bengalas encendidas y al son de los tambores, los hinchas de Independiente del Valle empezaron a gritar "campeón", al tiempo que se abrazan y saltaban formando un círculo en el patio de la casa de Luis Umaquinga, en el sector de Selva Alegre.

La espuma de carnaval también adornaba ese momento sublime para los rayados, tras conseguir por primera vez el título de LigaPro. Para ellos fue una fiesta inolvidable, con festejos que duraron hasta el amanecer y que incluyeron un paseo triunfal en una chiva de pueblo.

La jornada para ellos inició temprano, acompañando al equipo al aeropuerto para darle la última bendición. Después volvieron a Selva Alegre para armar la fiesta en la casa de Luis Umaquinga, el fundador de la primera barra.

Él se juntó con sus compañeros para poner una pantalla gigante mediante un proyector en el patio. Lo adornaron con banderas, bufandas y sobre todo con la imagen del Divino Niño Jesús vistiendo el uniforme de Independiente del Valle.

Desde las 17:00 ya estaba todo listo y a manera de invitación sacaron unos parlantes y pusieron la música del equipo. Poco a poco los hinchas llegaron al lugar y le dieron mucho color. Para soportar el frío que hacía en el sector decidieron tomar los bombos y las banderas y dar una vuelta a la cuadra. Ese recorrido, a quince minutos del inicio del juego, fue la invitación final para los vecinos, quienes llenaron la zona.

Los hinchas de Independiente del Valle nunca perdieron la fe.API

Y así empezaron a vivir el duelo como si estuvieran en el estadio, cantando, gritando y saltando. Gritaron a rabiar el gol Richard Schunke, pero mucho más la tapada del penal de Moisés Ramírez. Para ellos esa acción era la definitiva de la final porque empezaron a lanzar picadillo, espuma de carnaval y a prender bengalas. 

Solo el gol de Dixon Arroyo antes del descanso les bajó el ánimo, pero apenas inició el complemento se llenaron de energía y optimismo. Después de todo, para ellos lo principal era que el partido siga y la fiesta no se suspenda.

Así lo sintieron en los últimos 45 minutos. En ningún momento lucieron nerviosos, confiaron tanto en su equipo que los cánticos de campeón se escucharon cuando el partido seguía jugándose. Y ya nada les calló, ni las aproximaciones del Bombillo. Al contrario, servían para que eleven la voz festejando las intervenciones del golero Moisés Ramírez. La fiesta tomó un impulso que ya nada la paró.