Exclusivo
Deportes
Hinchas de Flamengo y Paranaense rezando en Guayaquil
EXTRA vivió la parte religiosa de la final de la Copa Libertadores en una iglesia de la Perla del Pacífico.
Los brasileños de Flamengo y Athlético Paranaense han hecho de todo en Guayaquil. Unos se terminaron toda la cerveza de los bares de Puerto Santa Ana y otros devoraron el arroz con menestra. Pero la parte sublime del fútbol la pusieron ayer dos fanáticos que fueron a postrarse ante Deus (Dios) y que les dé la mano, cada uno pidiendo por su equipo, para que sea campeón de la Copa Libertadores.
“Pai nosso que estais no céu, santificado seja o vosso nome”, es la frase del padrenuestro, pero en portugués, que se escuchó en la iglesia de Guayaquil.
Pero surge un problemita cuando hinchas del Fla y Paranaense sostienen, cada uno por su lado, que Dios va a ayudar a su equipo, cuando en realidad el empujoncito solo será para uno, que será el campeón.
Las calles de Guayaquil están llenas de brasileños. Hasta la iglesia San Francisco, en 9 de Octubre y Pedro Carbo, llegaron los dos hinchas: Alex, del Flamengo, quien anda con su maleta y la bandera de su equipo; y Altair Siquiera, del Athlético Paranaense. Para ellos lo primero es pedir a Deus que les dé la mano.
Alex dice que ha rezado tres veces, que le gustó la iglesia San Francisco y se dio un tiempo para darle las gracias al Creador, pero afirma que “Deus é de Flamengo”.
“Que Deus ilumine a todos los jugadores, venimos para ser campeones, mis oraciones van para mi Fla, solo pedimos la ayuda para ganar la Copa”, manifiesta muy emocionado Alex, que después de la misa se fue a conocer la ciudad.
EL RIVAL
En plena celebración religiosa, Altair Siquiera ingresa a la iglesia, hace una reverencia y se arrodilla. Comenta que “Deus é de Paranaense” y que la victoria está asegurada.
“He orado mucho”, señala, y lo primero que hizo en Guayaquil fue pedirle a Dios por su equipo. “Vengo para ser campeón, tenemos un buen elenco, pero sabemos que todo se hace posible si Dios lo permite”, expresa un emocionado Altair. Los ecuatorianos lo quedan viendo y lo saludan.
Daniel Andrade, un hincha de Barcelona, sale de misa y en voz baja dice: “esto es digno de ver, muchos vinieron solo para la borrachera, pero ellos le están dando las gracias a Dios por estar aquí, eso es bueno”.
El fútbol se ha vestido de religión. No son las camisetas de Barcelona y Emelec las que desfilan por la iglesia San Francisco, sino las de Flamengo y Paranaense. Es la otra cara de la Copa Libertadores.
Alex tiene un bandera gigante de Flamengo, la saca y la levanta para donde está la iglesia, le pide a Dios que vea que rojo y negro es el color del futuro campeón de la Libertadores.
Mientras que Altair sigue arrodillado pidiéndole a Dios que esa copa sea de su equipo. Y no es una pelea entre hinchas, aquí la fe de ellos está puesta en escena.
En el fútbol todo se vale, solo hay que esperar el sábado en la noche para ver si... “Deus é de Flamengo” o “Deus é de Paranaense”.