Gabriela Vargas regresó al lugar donde dio sus primeros pasos en el patinaje. Con alegría observaba las instalaciones de la Concentración Deportiva de Pichincha, en las que hace 16 años inició una carrera que la llevó a obtener la primera medalla de oro para el país en la historia de los Juegos Mundiales.

La Chula, como le dicen de cariño, resalta que “quiero ser ejemplo e inspiración para las nuevas generaciones”. Esos pequeños patinadores que ayer, con emoción, se acercaron a pedirles fotos y autógrafos a la campeona mundial.

Con la felicidad de haber cumplido un sueño que se estableció cuando era niña, Vargas resalta que “siempre hay espacio para mejorar, voy a seguir esforzando por ser la mejor. Mantenerme en la élite es el reto más grande”.

Con la experiencia de varias competencias a nivel local e internacional, Gaby ya tiene la receta para controlar los nervios: escucha música y realiza ejercicios de respiración.

De la prueba de 10 mil metros en Birmingham, Estados Unidos, reseñó que fue una dura disputa con las representantes de Colombia y Francia.

En cada vuelta a la pista su entrenador le comentaba cuántas unidades le faltaban para conseguir el ansiado triunfo, hasta que llegó la final “en la que saqué fuerzas de donde no tenía para alcanzar los dos últimos puntos para el oro”.

Confiesa que en el podio vivió sensaciones indescriptibles que no le permitían cantar el himno y allí arriba recordaba el gran esfuerzo realizado por sus padres, Germán y Adriana, para que practique el patinaje.

HOMENAJE

Como reconocimiento a los grandes logros de Gaby, el Team Pichincha pondrá a consideración del directorio que la nueva pista de patinaje, con aval internacional, lleve el nombre de la deportista.

“Sería un gran honor. El patinaje es mi estilo de vida, que me impulsa para superarme y encontrar mi mejor versión”, enfatizó Vargas.