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Eduardo Morante: “Estoy insolvente y no puedo salir del país”
El exdefensa ecuatoriano, por quien la U. de Chile pagó 2 millones e dólares en 2012, vive un drama por haber perdido una demanda por una persona que lo representó en 2006
A Eduardo Morante solo le quedan los recuerdos de haber sido el segundo jugador extranjero más caro en llegar al fútbol chileno.
2012. El exdefensa central irrumpía en el balompié araucano, tras ser fichado por la Universidad de Chile, que pagó 2 millones de dólares a Emelec, por el 80 % de su pase.
Pero lo que pagaron los chilenos por él no pudo reflejarse dentro de la cancha, pues las distintas lesiones que afrontó apenas le permitieron tener una temporada en la U.
Once años después, en entrevista con EXTRA, el vinceño lamenta no haber podido dejar una buena imagen en ese país y revela que la suma millonaria que pagaron por él, le ha traído problemas legales que hasta ahora no ha podido superar.
- ¿Qué recuerdos guardas de su paso por la U de Chile?
Fue un momento especial en mi carrera. Tenía 25 años y en Chile todos hablaban de mí, porque llegaba a uno de los equipos grandes de ese país y porque era el segundo jugador extranjero más caro en toda la historia del fútbol chileno (en 2008 Colo Colo había pagado 2,2 millones por el colombiano Macnelly Torres).
- ¿Cómo se dio tu llegada a la U?
El ‘profe’ Jorge Sampaoli fue quien me pidió. Con él había trabajado en 2010 en Emelec y tras la salida de Marcos González (a Flamengo) me dijo que me quería allá. Recuerdo que estábamos en Salinas haciendo pretemporada con Emelec y Nassib Neme me llamó a decirme que había llegado una propuesta de la U de Chile y que me tenía que ir urgente (risas).
- Pese a que tenía el respaldo de Sampaoli, ¿por qué no pudo asentar en el equipo?
Lamentablemente, las lesiones no me dejaron brillar como esperaba. Cuando llegué, me adapté rápido al grupo, ya había jugado dos partidos amistosos y en un entrenamiento, antes del clásico frente a Colo Colo (febrero 2012), me desgarré la pierna derecha. Como quería debutar aceleré mi recuperación y aparecí en un partido ante San Felipe, un mes después, y me volví a lesionar. Cuatro meses estuve fuera de las canchas.
- ¿Sentía presión por no jugar?
Claro, además de presión, sentía algo de vergüenza porque la U había pagado mucho dinero por mí y no estaba respondiendo como ellos esperaban.
- De los pocos partidos que pudo disputar en Chile (8), ¿cuál es el que más recuerda?
El que se dio ante La Serena, en julio, por la segunda fecha del torneo Clausura. Ese fue el más especial, porque fue el primer partido para mí de esa fase y porque pude marcar. En ese rato me lancé a llorar, ya que se me vinieron a la mente todo lo que me había pasado allá.
- Pese a que tuvo un buen regreso, no pudo afianzarse en el equipo. ¿Cómo se dio tu salida?
Lastimosamente, ya el equipo estaba consolidado y fue difícil ganarme un puesto. Jugué unos cuantos partidos más y pude marcar otro gol (en la Copa de Chile), pero en diciembre de ese año me notificaron que no iba a continuar y que me iban a prestar a Liga de Quito.
- En Liga tampoco pudo. ¿Qué sucedió?
Cuando regresé al país empezó un inconveniente legal que me afectó mucho en la parte emocional y que hasta ahora estoy afrontando. En ese año, una señora (no reveló el nombre), que me había llevado a Emelec en 2006 y con quien lamentablemente firmé un contrato, que le otorgaba el 50 por ciento de alguna venta a futuro, me entabló una demanda, por derechos de representación legal.
- ¿Por cuánto dinero fue la demanda y de qué forma le afectó?
La demanda fue por 120 mil dólares, que correspondían al 50 % que había firmado en su momento con ella. Esto me representó un inconveniente en la parte deportiva, porque me tocaba pedir permiso en Liga para venir a Guayaquil, para presentarme a las audiencias. Eso hizo que no estuviera cien por ciento concentrado en mi carrera e impidió que me ganara un puesto en el equipo del Patón (Edgardo) Bauza.
- ¿Intentó arreglar la situación con la demandante?
Muchas veces le pedí llegar a un arreglo económico, le ofrecí 50 mil dólares, porque era lo que le podía pagar, pero ella nunca accedió y producto de eso estoy insolvente y no puedo salir del país.
- ¿En qué momento decidió dejar el fútbol?
Después de estar en Liga de Quito intenté continuar en Deportivo Cuenca (2014), El Nacional (2015), Mushuc Runa (2016) y Fuerza Amarilla (2017), pero ya nada era igual. En 2016, ella me ganó la demanda y mentalmente estaba desencajado. Entraba a la cancha y lo primero en que pensaba era en ese problema legal que no podía solucionar. Me fui desilusionando del fútbol y en 2017, a mis 29 años, decidí dejar de jugar.
- ¿Fue una decisión apresurada?
Creo que sí, porque aún estaba en una edad para seguir jugando profesionalmente, pero físicamente ya no estaba al ritmo de los demás.
- ¿Ahora cómo subsiste económicamente?
Actualmente, trabajo con un hermano en una escuela de fútbol y en cuando puedo ‘cachueleo’ reforzando a equipos barriales o en pueblos.
- ¿Hay algo de lo que se arrepienta?
En no cuidarme. Después de estar en Liga de Quito empecé a salir más, a farrear y eso me fue afectando físicamente.
- De los técnicos que tuvo, ¿con cuál aprendió más?
Con Jorge Sampaoli. Él es de verdad que era un ‘loco’ (risas), porque era muy apasionado al trabajo, muy exigente, perfeccionista. Pero es un técnico que te exige siempre y eso saca lo mejor de uno.
- ¿Y a qué compañero de equipo es al que más recuerda?
A muchos de los que tuve en Emelec, pero en especial a Marcelo Fleitas. Él me ayudó a perfeccionar la técnica para defender, me transmitía esa garra uruguaya, a no achicarme y a siempre meter ‘huevo’ en cada jugada (risas).