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Daniel Pintado, la farra que armó Cuenca tuvo desde condecoraciones hasta concierto
El hijo ilustre de la capital azuaya volvió a casa. Se montó en caravana y fue reconocido por el pueblo que lo vio nacer y crecer
El aeropuerto Mariscal La Mar fue el martes escenario de una de las escenas más tiernas y bonitas de los deportistas ecuatorianos en su regreso de los Juegos Olímpicos. Se trataba del reencuentro del campeón olímpico Daniel Pintado con sus dos pequeños hijos: Nicolás (9) y Monserrate (3). Juntos, se fundieron en un gran abrazo. Y es que aunque todos esperaban por el medallista, él buscó a los suyos, totalmente ajeno a la gloria y grandeza que hoy tiene.
El arribo estuvo programado para las 17:55, pero unos minutos antes su avión ya había descendido y aterrizado. Su madre, Eulalia Álvarez, cubría su rostro para tratar de contener la alegría que sentía y las ganas de abrazar a Daniel.
Al pie de la pista, un bus turístico de dos pisos esperaba lleno de familiares y amigos más cercanos del deportista que flameaban banderas y gritaban “si se pudo”.
El protocolo para recibir a un personaje ilustre, como un campeón olímpico, dictaba que un arco de agua cubriría el avión en el que llegue. Y así se hizo. Las sirenas explotaron el sonido y el avión se dio un baño de gloria.
Papá y mamá medallistas
Al descender, lo primero que hizo Pintado fue colgarle la medalla de oro en el cuello de doña Eulalia. Las lágrimas y la felicidad de la mujer la embargaron y un fuerte abrazo a su Dani la terminó de calmar.
Don Fausto Pintado, papá de Daniel, con mirada tímida y caminar pausado, también lo abrazó. En él fue a parar la medalla de plata, de los 42 kilómetros de relevos mixtos que logró junto a Glenda Morejón.
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El progenitor ya más tarde, con la voz entrecortada, reveló que fue un gesto que no se esperaba. “Fue algo increíble, me siento muy afortunado. Gracias a mi hijo y a todo el Ecuador por el cariño que tiene para él”.
El campeón respondió: “Era lo que más quería, llegar a mi ciudad, ver a mis hijos y ponerles las medallas a mis padres. El premio más grande es estar aquí y volver a mi ciudad”, recalcó.
La fiesta final
Pero el medallista olímpico estaba lejos de imaginar el recibimiento que le esperaba en las calles de Cuenca. Cientos de personas se abarrotaron a lo largos de las principales avenidas para ver pasar la caravana del doble medallista olímpico. Con banderas, vuvuzelas, pitos y vestidos con la camiseta tricolor gritaron su nombre. Niños, adolescentes, jóvenes y hasta adultos mayores gritaban “bravo Daniel” y “sí se pudo”.
Así, el bus del deportista recorrió 9 km desde el aeropuerto, hacia el Centro Histórico y luego se dirigió al estadio Alejandro Serrano Aguilar, donde en la explanada se hizo un concierto con las dos agrupaciones favoritas de Daniel: Guanaco y Los Zuchos del Vado.
Guanaco MC destacó el gesto que tuvo Pintado de convocar a dos talentos locales para su recibimiento. “El legado que deja Daniel, más allá del oro y la plata, es apreciar el arte local y habernos convocado a los Zuchos y a mí. Es bastante generoso y digno de destacar”.
La noche se cerró con el arribo de Daniel al escenario, donde el alcalde Cristian Zamora lo proclamó “Embajador de Cuenca” y le entregó un pergamino en reconocimiento a su logro deportivo.
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