“No es que era el más gordito del equipo y por eso me hice arquero, ¡nooo!, siempre me gustó el arco, a pesar que mi padre fue delantero”, aclara de entrada Damián Enrique Lanza Moyano. Tiene 38 años y bien podría estar en el arco de cualquier equipo de la serie A o B, pero ahora disfruta del fútbol desde afuera.

Damián, quien tiene nacionalidad argentino-ecuatoriana, vivió en 2004 uno de los mejores momentos al inicia de su carrera; ese año debutó en la serie A con el Cuenquita, fue campeón nacional y, además, llegó a la selección nacional.

El exgolero hace un repaso por las postales que guarda en su corazón, las más felices, las que lo marcaron y su punto de vista sobre la actualidad del plantel de Fabián Bustos.

Tres campeonatos en su vida deportiva, ¿cuál fue el más difícil?

Siempre destaco dos, a pesar que muchos me agregan un cuarto cuando estuve en Emelec en el 2002. El del Deportivo Cuenca fue especial, fue el año de mi debut y salí campeón, fue algo increíble. Además me llamaron a la selección de Ecuador, es algo que nunca le pasa a un jugador en poco tiempo.

El del 2016 fue un campeonato increíble con Barcelona, el año de los récords, pero el del 2012 tiene mucha historia, porque yo llegaba a Barcelona y la espera por el título tenía muchos años. Ese título creo que tiene algo muy especial. Pasar del sufrimiento a la felicidad del hincha.

Llegas al Cuenca y primera vez campeón, pasaste a Barcelona y levantas la copa. Muy especial tu ingreso a esos equipos...

Tengo buena espalda, dicen. Muchas veces no pensé en el tema personal, me enfocaba en el grupal, siempre fui de apoyar a todo el equipo, desde el lado que estuviera. Creo que esa es una función también importante del jugador, no solo actuar cuando le toca. Habrá momentos de jugar y otros de no actuar tanto.

En 2012 te metiste a la hinchada de Barcelona al bolsillo, eras un fanático más.

Siempre cuento mi experiencia personal y ahora que lo veo desde fuera.

Barcelona es un mundo aparte, no es lo mismo jugar en otro equipo que no sea el Ídolo. Llegué en una buena edad, a los 29 años, eso me facilitó mucho.

Esa presión que dicen que te pone Barcelona, yo la puse a mi favor desde el principio. Decía que tanta gente que tiene a favor, debe agarrar esa gente como apoyo de uno.

Hay chicos a los que les cuesta más que a otros, yo tengo una personalidad especial, tengo mucho carácter, soy bastante bravo, y a veces en estos clubes necesita de esto.

Y la hinchada amarilla te recuerda que hasta tocaste el bombo.

Eso comenzó en el 2012 en los festejos de la primera etapa en Cuenca. Siempre había hinchas apoyando con esos instrumentos. Una vez nos pasaron uno al carro donde estábamos. Luego se hizo costumbre y lo seguimos haciendo.

Eso se queda en la mente del hincha.

El fanático siempre se fija en ciertos detalles. Se da cuenta de todo, puede que no sepan tanto de táctica, pero se saben de la actitud que tiene el jugador. Si corre o no corre, si tiene ganas o no. El hincha sabe los que quieren hacer bien las cosas. Y siempre digo que hay dos diferencias, ser jugador del Barcelona y sentirse parte de Barcelona. Cuando el jugador logra sentirse parte del equipo, es porque el futbolista está identificado. Cuando uno se siente parte de Barcelona se facilitan muchas más las cosas en todo.

¿Qué diferencias encuentra en la ‘máquina amarilla’ de 2016 con el Barcelona actual?

Ojo, al entrenador Guillermo Almada le tomó un año preparar ese equipo, cuando llegó él decía que le faltaban jugadores rápidos y debían existir muchos veloces, por lo menos cuatro o cinco, y en diferentes puestos, y solo tenía uno o dos. También decía que no debía haber muchos jugadores lentos en un plantel profesional.

Y después le tocó trabajar para jugar con la presión alta, para ir a presionar al campo rival. Eso no solo que se lo trabajó, también se adaptó el físico, porque para ir a correr allá adelante, tienes que estar bien físicamente.

Fue un verdadero proceso, táctico como físico e ir a correr adelante en el ida y vuelta. Y uno debía estar bien preparado, porque si no lo estabas hacías dos presiones y no dabas más, porque el cuerpo no te da.

A Almada le costó un año trabajar en eso, recordemos que al principio lo estaban por echar, hasta que se dio la goleada 5-0 del Clásico (a Emelec) y el equipo se fue de largo. Todo esto es de trabajo que lleva su tiempo.

Ahora Barcelona tiene muchos jugadores nuevos. Algo que había hecho antes el equipo era de mantener su plantilla sin tanta rotación y eso te permite jugar con una base. Pero cuando comienzas de cero cuesta mucho adaptarse.

¿Barcelona - Liga de Quito es la pelea por la segunda etapa?

Liga de Quito va a intentar ganar el torneo sin jugar la final y Barcelona tratará de ganar la etapa para ir a una final. Estoy seguro de que esto se va a definir por detalles y hay que tener ojo con eso. En la primera etapa Barcelona tuvo varios lesionados, se le cayeron varios jugadores y eso lo perjudicó, no tuvo el mismo equipo que comenzó. Se lesionó (Jonatan) Álvez, luego el Tin (José) Angulo.

¿En 2012 y 2016 había más experiencia en la banca?

Hay algunos puestos que no tienen reemplazo en Barcelona, por ejemplo si le pasa algo a Mario Pineida, no tiene quién lo reemplace y eso pasa en otros lugares.

En las plantillas del 2012 y 2016 teníamos más recambios en todos los puestos. No quiere decir que no tenga jugadores, pero en esos años había chicos de más experiencia al cambio. Ahora hay jóvenes que son buenos prospectos a futuro, pero en el presente les falta un poco para estar a la altura de otros.

Todos sueñan con un Mundial y Lanza lo vivió en Alemania 2006.

Para un jugador eso es lo máximo, es el techo, es lo más grande. Primero representar a tu país, a donde van los mejores. Uno puedo decir que cumplió o buscar estar en otros.

Y te lo digo también como hincha, uno lo miraba por televisión y soñaba estar presente y gracias a Dios se dio, pero eso sí es algo que te marca para siempre la vida.

Ahora ya no lo juegas, lo comentas...

Tengo una mirada más interna del fútbol, porque lo viví como jugador. Pero siempre tengo una opinión respetuosa, porque tengo que respetar a mis colegas y a la prensa misma. Lo mío es como para decir lo que el jugador quería hacer o hizo, o detalles de lo que pasa en el campo de juego.

Hay jugadas que al final no terminan y uno como jugador puede saber qué pasó.

Casi toda una vida en el país y tu acento sigue siendo argentino...

Es mezclado, muchos amigos me dicen que mezclo muchas palabras argentinas con las ecuatorianas. Tenía abuelos italianos, tengo palabras de varios países, pero me sale así. A veces cuando estoy con ecuatorianos habló con el léxico de aquí. Pero es algo normal, por tener padres argentinos, vivir de pequeño allá y luego venir a Ecuador.