Era junio de 2016. La Tricolor estaba en un hotel de Phoenix, Arizona, para el partido entre Ecuador y Perú. El resultado fue empate, pero a estas alturas, eso no importaba.

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Un jugador, quien por cierto tuvo su última convocatoria, andaba en estado de ‘gallo bello’. Había llevado a su ‘noviecita’ hasta Phoenix y no se le ocurrió mejor idea que hospedarla en el mismo hotel.

La chica y el crac la estaban pasando de lo más bello. El problema es que el jugador tenía esposa desde hace un año. Como buen hombre, le había regalado una estadía de cuatro días en Las Vegas.

Hasta ahora no se sabe quién hizo la sapada, pero el día que Ecuador empató con Perú, la esposa ya sabía que su jugador estaba con “la plástica” (ese era el apodo que en voz baja le habían puesto a la chica). Se olvidó de Las Vegas y se fue en modo ‘investigación’ hasta Phoenix.

La doña se presentó en el hotel y esperó hasta que llegara su amado esposo. Pero pasó lo peor: quien apareció primero fue la ‘novia’. ¡Sí!, “la plástica”. En lugar de pelearse, la señora se presentó con cédula de casada en mano y le prometió que no la iba a dejar mal, pero con una condición: cuando el jugador fuera a su cuarto, ella iba a estar allí con él.

Cinco años después se supo que el jugador se quedó sin esposa, sin novia, sin la casa, sin la F150 que había comprado y, lo peor de todo, hasta sin Selección. No hubo problemas, pero se quedó casi en la calle por infiel.

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