Cuando los astros y los cracks se unen, la historia del fútbol puede romperse. No importa quién esté al frente, la épica batalla de David contra Goliat también se da en el fútbol.

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En la primera semana de octubre de 2015, Gustavo Quinteros había dejado Emelec para convertirse en el nuevo entrenador de Ecuador. 

En ese entonces, Lucho Chiriboga era el presidente de la FEF. Si analizamos el presente, podemos decir que esa alineación de los astros no dio una alegría inimaginable. Quinteros, lesionado y usando muletas o un carrito, comandaba a la Tri.

Argentina, por su parte, contaba con un Lionel Messi lesionado, pero rodeado de cracks como Javier Mascherano, Javier Pastore, Ángel Di María, Sergio Agüero y Carlos Tévez.

La previa del partido fue una locura, un evento fuera de lo común en muchos sentidos. Ecuador llegó al Hotel Intercontinental, el mismo donde Lionel Messi había reservado un piso entero para su familia.

Para la selección de Ecuador, desde Europa se unían a la Tri figuras como Antonio Valencia, Jefferson Montero, Felipe Caicedo y Christian Noboa. Todavía resonaba el eco de la “guerra de bandos” en la Tri tras la eliminación en Brasil 2014, aunque en realidad era una leyenda urbana, ya que los supuestos rivales jugaban naipes juntos.

Eran días lluviosos y Ecuador llegó tres días antes del partido, aunque solo hizo un entrenamiento en la Casa Amarilla de Boca Juniors. Era la primera vez que Quinteros (lesionado) estaba al mando del equipo y no se sabía cómo manejaría la situación.

La noche previa al partido, los jugadores se reunieron en la parte baja del hotel hasta la medianoche. No había las estrictas medidas de cuidado de hoy en día. El 90 % de los ‘chicos’ estaba en la recepción, algunos atendiendo a medios argentinos, otros comprando alfajores para llevar de recuerdo, y otros con exjugadores argentinos que pasaban a saludarlos.

A medianoche, el preparador físico Rodrigo Figueroa intervino, preocupado por la relajación del equipo, y les pidió que se retiraran a descansar. Los jugadores lo tomaron bien. El ambiente seguía siendo relajado, como si se tratara de un amistoso. Se creía en el equipo, a pesar de haber tenido solo un entrenamiento.

Todo estaba escrito. El 8 de octubre, EXTRA en su portada decía que “íbamos a patear la historia”. Nos llamaron locos, pero al otro día, la portada confirmaba que habíamos pateado la historia.

Ocho horas antes del partido, María José Flores, quien estaba en Fox Sport, desde el estadio Monumental lanzó un discurso que nadie creía, vaticinó que íbamos a ganar. Los presentadores locales se burlaron, pero Flores repetía con firmeza: “Ecuador no perderá”. Ariel Cascini, exjugador de Boca, intentaba calmarla, pero ella sostenía su pronóstico. “No, yo firmo la victoria para Ecuador. Hoy vamos a cambiar esa historia, esas estadísticas”, dijo Flores.

El 8 de octubre de 2015, con un estadio a reventar y con Messi ausente, Ecuador venció 2-0 a Argentina en Buenos Aires. Frickson Erazo anotó a los 80 minutos y Felipe Caicedo selló la victoria en los minutos finales, tras una jugada brillante de Antonio Valencia. Rompimos 74 años de historia sin victorias de visitante. Ecuador presionó desde sus atacantes y dominó el medio campo, impidiendo cualquier avance argentino.

El equipo de la hazaña estaba formado por Alexander Domínguez; Frickson Erazo, Gabriel Achilier, Walter Ayoví, Juan Paredes; Christian Noboa, Pedro Quiñónez (Segundo Castillo, 74m), Jefferson Montero (Fidel Martínez, 77m), Antonio Valencia; Felipe Caicedo (Ángel Mena, 85m) y Miller Bolaños.

Nueve años después, esperamos repetir la historia, ahora en la Copa América.

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