Soy amiguera y cuando mi esposo (ex delantero de Barcelona) era jugador del equipo del barrio donde vivíamos. Teníamos un grupo de amigas, éramos las esposas o novias de los peloteros.

Cuando ‘mi gordo’ llegó al Ídolo, créanlo, yo pensé que se podía hacer un grupo de esposas de futbolistas, es más, hasta tenía la idea que podíamos hacer de eso una especie de ‘club’ de amigas.

Mi primer intento por agruparlas a ellas, no tuvo éxito, solo nos reunimos cuatro chicas. Y de las dos horas que conversamos, hora y media fue perdida, porque hablamos y hablamos de los sueldos de nuestros maridos. Fue horrible, resulta que el mío que jugaba más partidos que uno de ellas, ganaba la mitad del sueldazo.

Pero seguí con las ganas de hacer el ‘club’, pero la verdad, no tuve éxito...

Apenas pude reunirme con 15 de las 23 esposas que éramos, a las novias no las contacté, porque los chicos solteros siempre estaban cambiando de ‘pelada’.

Pero me quedé con los recuerdos, que mis conversaciones, con las demás chicas, siempre terminaban mal, el tema del dinero era el problema. Unas se quejaban que ninguno de sus maridos ganaba igual que el resto, otras veces hablábamos de lo que ellos se gastaban. Y siempre el tema de las compras de joyas y carros saltaba a la luz.

A mitad de año decidí dejar la idea del ‘club’, solo me quedé con cuatro buenas amigas con las que hasta ahora conversamos. Cosas raras de la vida, ninguna de ellas continúan casadas con esos futbolistas, son las ex.

Son recuerdos que solo quedan de un ‘club’ de esposas que nunca funcionó. Ahora me río, porque el tema de sueldos de nuestros maridos siempre fue ‘pito’ y envidia.