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¡La columna de la ex: De la crema y el limón al...!
No son chismes, son cosas de la vida real que pasan fuera de las canchas.
Mi amor era muy humilde y sencillo, pero en realidad lo que era es que no tenía dinero. Hasta cuando vivíamos en el barrio del sur de Guayaquil, siempre le gustaba andar bien limpio, perfume no, porque no había para eso.
Pero en el tema de las axilas, usaba a veces el limón que lo partía en dos y una de las tapitas las usaba como desodorante, ojo eso era herencia de sus padres y abuelos pero cuando había plata compraba unas cajitas que tenía una crema blanca, claro que a veces se pasaba de cremita y le quedaba en la ropa.
No había para más y éramos felices, pero cuando llegó al equipo que era de color naranja, todo cambió. En ese plantel la gente ganaba bien, pero una vez me contó que pasó el “oso” de su vida.
Resulta que en el camerino, durante el segundo entrenamiento, cuando sacó su cajita de metal para ponerse el desodorante, me contaba que sus amigos se burlaron, y hasta le pusieron de apodo la marca de aquella cajita.
Puedo decir que eso marcó su vida, hasta ese día usó aquellos, resulta que sacó 5.000 sucres y fue a comprar “la mamá de la mamá” de los desodorantes, creo que hasta se hizo adefesioso, todo para no soportar las bromas subidas de tono de sus compañeros.
Con el tiempo, mi amor se retiró del fútbol y se dedicó a dar clases en una famosa academia para ser jugador, y se inventó una clase que le puso por nombre “la cajita ya no” y daba detalles para que si los chicos van a estar en un equipo de primera lo tengan en cuenta, cómo usar un desodorante, revisar que las medias no tengan huecos, tratar de no usar las camisetas repetidas, no usar la camiseta del equipo para ir a fiestas, detalles que son claves en un camerino, son cosas de no creer, pero reales.