Rosita Enríquez es la voz autorizada para hablar de lo que se vive detrás de un Clásico del Astillero. Toda su vida ha girado en el fútbol. Como esposa los vivió en amarillo cuando Pancho Cevallos estaba en Barcelona como jugador y dirigente. Como madre también los ha celebrado con el Ídolo y ahora en Emelec con su hijo José Francisco. Ella va al estadio con su nieto Lucca.

El estar rodeada de tanto fútbol y más cuando se trata de un Clásico, la preparación es más fuerte. “Todo es diferente previo a un Clásico, desde la alimentación y los cuidados. Quien diga que no miente. No se habla de otra cosa, se recuerdan partidos y resultados”, expresa Enríquez que habla de los Clásicos desde los años 90.

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Confiesa que era un manojo de nervios y más cuando su esposo e hijo solo hablan de jugar con estadio lleno, lo cual es una motivación extra. “Ellos hablan de eso y uno sufriendo casi sin poder dormir”.

De los Clásicos que más recuerda están los que se enfrentaban los hermanos Álex y Pancho: “Quería que gane Pancho y mi suegra pedía un empate siempre al darles la bendición”.

Rosita manifiesta que mientras todos disfrutan del partido, ella como esposa y mamá lo único que quiere es cerrar los ojos, que le digan que se terminó el partido y que se ganó. Comenta que en casa son tan futboleros que a inicio de año lo primero que hace su esposo e hijos es ver las fechas de cuando se juegan los Clásicos.