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Carlos Mina: "No les importé, me dejaron solo"

El boxeador cuenta lo vivido al estar preso en Estados Unidos, confiesa haber tenido problemas mentales y aguarda por regresar al ring

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Carlos Mina retomó los entrenamientos y espera volver al ring representando al país.ANGELO CHAMBA / EXTRA

El boxeador Carlos Mina tocó fondo a principios de 2023 cuando desapareció durante una semana. Un año y medio después de ese episodio, el deportista reconoce con absoluta conciencia que experimentó alucinaciones y, aunque no recuerda el diagnóstico psiquiátrico exacto, sufrió episodios relacionados con la esquizofrenia.

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Y justo ahí, cuando el deporte ya no parecía una opción para él, volvió a un gimnasio. En Cotocollao, el entrenador Vinicio Cobo lo acogió sin saber muy bien qué hacer con él, pues todavía se veía desorientado, le costaba incluso comunicarse. Ahí apareció Humberto Sosa, expúgil nacional y entrenador, quien mantiene a Mina estable nuevamente.

Con el técnico se encuentra entrenando en los bajos del estadio Atahualpa, donde recibe a EXTRA y revive su historia, de cómo un viaje de tres días para presentarse ante un juzgado, se convirtió en el calvario de su vida, debiendo permanecer en una prisión estadounidense por 48 meses.

“Antes de viajar a Estados Unidos, en 2019, yo hablé con el Ministerio del Deporte y el Comité Olímpico Ecuatoriano (COE), les dije que debía viajar para presentarme en una corte porque me habían demandado, ellos conocían mi caso. Fui con su permiso, iba a ir por tres días, me presentaba ante la jueza, daba mi versión y volvía. Pero cuando llegué a Miami me detuvieron y no me dejaron llegar a Las Vegas, donde era la corte”, recuerda con claridad.

En Miami no contó con la asesoría legal necesaria y llegaron a preguntarle si quería ser deportado o presentarse ante una jueza en Las Vegas, Nevada. Él estaba tan seguro de su inocencia, ante la denuncia de supuesto abuso sexual, que pidió presentarse en el juzgado, ya que ser deportado le hubiera significado tres meses encerrado en una cárcel de migración y quiso evitarlo.

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El 19 de noviembre de 2021, el púgil arribó al país tras pasar 850 días preso en Estados Unidos.ARCHIVO

Finalmente, llegó ante la jueza, que le impuso libertad bajo fianza. “En ese entonces clasifiqué a los Juegos Panamericanos de Lima y ya había clasificado a los Juegos Olímpicos, entonces yo me sentía confiado de ir al juzgado”, relata. Pero al presentarse le impusieron libertad bajo fianza y su mundo simplemente se derrumbó al escuchar: “Si quieres salir en libertad, tienes que pagar una fianza de 500.000 dólares”.

Al entrar a la cárcel solo alcanzó a saber que en Ecuador se habían enterado, tanto el COE como el Ministerio del Deporte. “Nunca hicieron nada”, lamenta, e insiste siempre sobre su inocencia y detalla que nunca se hallaron pruebas contra él. Con dolor recuerda que nunca más supo nada de los organismos deportivos: “Me dejaron solo, les importé un carajo”.

Del tiempo en la cárcel prefiere no hablar. Alguien cercano cuenta a este Diario que lo que Mina vivió fue inhumano, casi innombrable. Él sí recuerda la depresión que se apoderó de él y la soledad que se siente dentro. Se anima también a responder sobre algún contacto con sustancias estupefacientes.

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Carlos Mina ganó un diploma olímpico en Río 2016.Archivo

“Conozco las drogas, pero no he sido consumidor. No me gusta la droga ni el alcohol. Pero en la cárcel consumí pila. Yo consumí una pila de control remoto, ¿entiendes? Un preso tomó un alambre de unos audífonos, lo juntó con una pila y un papel, y eso empezó a botar humo. Él me dijo que lo inhale, y yo estaba tan mal, en depresión, estaba maldito, que lo hice ese día dos veces. Pero ahí mismo dije: ‘No lo vuelvo a hacer’”.

Fueron cuatro años en la cárcel, y solo consiguió su libertad aceptando cargos para llegar a un acuerdo. Dice que nunca perdió la fe y que a Ecuador llegó bien, pues lo primero que intentó fue volver al deporte. “Ítalo Perea me llevó a hablar con el presidente del COE (Jorge Delgado), pero él me dijo que ya no servía, que estaba gordo, sin talento, que me dedique a entrenar niños”, asegura.

LA PARTE MENTAL

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Humberto Sosa está a cargo de la preparación de Carlos Mina.ANGELO CHAMBA / EXTRA

Sin oportunidades, su situación psicológica empeoró y llegó al límite en enero de 2023 cuando llegaron a reportarlo como desaparecido.

Sobre eso, intenta explicar: “Ahí pasó algo mental, estuve en una depresión bien fuerte que me hizo ver cosas. Es que yo no quisiera ni decirlo, porque me van a decir que yo estoy loco. Pero yo me dejé llevar por eso, quise seguir los pasos hasta ver a dónde llegaba y, al final, me di cuenta de que nada era real porque las cosas que supuestamente iban a pasar, no sucedían”.

Ese episodio fue clave, le permitió reaccionar y volver a entrenar. Además, ve a una psicóloga cada tres meses para asegurarse de estar estable, y sí, lo está. Sus entrenamientos diarios han hecho que no vuelva a tener brotes de esquizofrenia y que se sienta apto para volver a competir. Y ni que decir de su estado físico.

El problema ahora es que no logra tener peleas, pues desde el Ministerio del Deporte le han dicho que está suspendido. Él insiste en que no es así y cuenta que le permitieron participar en un selectivo para un cupo al Preolímpico de Tailandia y, aunque ganó sus peleas, no lo eligieron.

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Carlos Mina espera tener la posibilidad de regresar al cuadrilátero.ANGELO CHAMBA / EXTRA

Curiosamente, por la división que existe en el boxeo nacional, la organización que funciona a la par de la todavía intervenida Federación Ecuatoriana de Boxeo, sí lo respaldó para una competencia. Hace dos meses estuvo en un torneo en República Dominicana, donde se colgó una medalla de bronce.

Actualmente, recibe también apoyo de la Concentración Deportiva de Pichincha, que le entrega alimentación y vivienda en su residencia deportiva. Eso, dice, le ha permitido mantenerse activo en los entrenamientos, aunque confiesa que cada día es un reto conseguir para el pasaje del bus que lo lleva al gimnasio.

Mina se está esforzando y no ha perdido la motivación, según cuenta su entrenador, pero el camino es más lento de lo que creía para volver, pues a la negativa de participar en torneos oficiales, se suma el estigma que pesa sobre él.

Los otros boxeadores temen enfrentarse a Carlos porque dicen que “está loco”. Él solo pide que le abran puertas nuevamente para demostrar que está en una gran forma, ya que incluso superó los controles antidopaje y de rendimiento que le solicitó el Ministerio del Deporte.

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