Desde que una mañana la asaltaron, Nathaly, de 46 años, auxiliar de enfermería, mira a todos lados con cada paso que da. Anda intranquila.

Otra ama de casa va a dejar a sus hijos a la escuela, casi ‘al vuelo’, tras enterarse de las amenazas a los dueños de unos locales cerca de su vivienda.

“Con todo lo que pasa, ya da miedo salir”, expresa Carlos, un chofer que solo hace carreras programadas y a personas conocidas.

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Los hechos violentos y la inseguridad en diferentes sectores de ciudades como Guayaquil, de una u otra manera, están provocando temor entre sus habitantes.

Los psicólogos clínicos Betty Soria Peñafiel y Samuel Merlano sostienen que se debe tomar conciencia de las situaciones adversas, mantener la calma, buscar apoyo, dialogar y sobre todo fomentar la unidad familiar y cultivar el amor. Hoy más que nunca, la salud mental es importante.

La especialista sugiere medidas como:

- Tener una red de apoyo emocional, con familiares, amigos, profesionales, o en iglesias, con quienes conversar sobre alguna eventualidad. También debe saber a qué lugares seguros recurrir si se le presenta una emergencia.

- Regular el tiempo que se dedica a revisar las redes sociales. A veces antes de salir a estudiar o trabajar se leen o escuchan noticias que ya nos predisponen a la ansiedad.

- Si llega del trabajo con incertidumbre por ciertos sucesos, deje esa preocupación fuera. Concéntrese en su pareja y en sus hijos. Conéctese con los suyos, valore el tiempo que tiene para compartir y dialogar en familia.

- Evite hablar frente a sus hijos pequeños de lo que ocurre. Explíqueles de manera generalizada por qué a veces no salen. Hagan actividades juntos, como preparar un pastel, jugar, escuchar música, colorear. Busquen la forma de recrearse en casa. En las noches, léales cuentos. Así les brinda seguridad.

Ante situaciones complejas, aconseja:

- Tomar la actitud de enfrentar las circunstancias que se presentan en la vida. Sea resiliente, lo cual implica poder sobresalir sin importar los obstáculos que se presenten día a día.

- Sobreponernos y tener una visión a largo plazo. Esto ayuda, por un lado, a soñar en algo mejor y, por otro, a entender que esa situación va a pasar. “Muchas de las personas que más sufren a nivel social, son las que piensan que toda la vida van a vivir de la misma manera y eso les genera frustración, depresión, incertidumbre”, acota.

- La antítesis del miedo es el amor. Entonces, cuando ayuda al prójimo, cuando abraza a sus hijos, cuando comparte con los amigos de manera prudente, se llena de fortaleza espiritual. “El miedo no puede derrumbar nuestros sueños”.

- Cuando la familia está llena de amor es posible compartir, jugar. Ver la sonrisa de los hijos, de sus allegados, beneficia, porque esa alegría oxigena no solo la parte fisiológica, sino el espíritu de esperanza.

Los tiempos adversos asociados a la violencia irrumpen en la psiquis de una forma traumática, porque nos angustia, nos genera ansiedad e incertidumbre. Tememos perder la vida, que nuestra realidad económica y social cambie, tener que migrar. Eso altera nuestra vida psíquica y emocional, y como todos estamos expuestos a sufrir algo, tenemos que buscar ayuda especializada.

Cuando sienta episodios de ansiedad, muchos nervios, miedo, que no puede dormir, pasa intranquilo y no sabe qué hacer, acuda a un terapeuta de confianza y coméntele la situación que está atravesando.

Hay que buscar hablar, porque los ataques de pánico se apoderan de nuestro cuerpo. Cuando se habla, nos liberamos de esa tensión. Cuando nos escuchan, ya hay un alivio. Tenemos que buscar dónde poder expresarnos sin ser juzgados, sin prejuicios de valor. Active una red de apoyo para poder comunicarse.

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