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Buena Vida
Riobamba: Máchica, elemental en la dieta andina
En esta ciudad de la provincia de Chimborazo llevan más de un siglo en molienda de los granos de cebada
La máchica sigue presente en los hogares andinos. Esta harina obtenida al moler los granos tostados de la cebada es parte fundamental en la alimentación en muchas comunidades.
En Kutana Wasi San Luis, de Riobamba, Chimborazo, llevan más de un siglo con el servicio de molienda del producto para obtener este derivado que consumen desde generaciones pasadas.
Lenin Cevallos, tercera generación dedicada a este oficio, afirma que se ha recuperado la preferencia por los alimentos andinos.
“La gente de las comunidades trae su cosecha y la convierte en harinas, y en la ciudad, cada vez, hay más demanda por su aporte nutricional”, asevera.
Rosa Asucela, de la comunidad Pompeya, trajo la cebada que cosechó en su chacra hasta el molino y la convirtió en máchica y arroz de cebada. “Esto es para nuestro alimento, la machiquita, el chapo, nos da la fuerza para el trabajo”, señala la mujer.
Con la máchica preparan el tradicional “chapu”, que encierra un gran significado para los pueblos andinos.
José Parco Yuquilema, investigador cultural, explica que el término “chapu” quiere decir mezcla, combinación, complemento. “Viene desde nuestros ancestros, se relaciona con la complementariedad, a esa dualidad presente en el universo”, asevera.
Ancestralmente, “chapu” se llama a la combinación de varios elementos; por ejemplo, al maíz tostado con chocho, al mote con capulí, al trigo con la cebada, y a la máchica con un líquido caliente, sea dulce o salado y esta forma de preparación sigue vigente en hogares.
“Comiendo chapito nos mantenemos fuertes y muchos de nosotros pasamos los noventa y cien años”, afirma Pedro Cuñas, poblador de la comunidad San Francisco de Bishud de la parroquia Palmira (Chimborazo).
Taitas y mamas, considerados los sabios de los territorios, están convencidos de las propiedades alimenticias de este alimento. “Nuestros abuelos tenían la costumbre de hacer chapo, antes de salir a las labores del campo, nos daban desde pequeños en agua de panela”, resalta Rodolfo Galeas, de 86 años.