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Familia
'Ponte once' con el terror nocturno de tu niño
A tu pequeño se le puede interrumpir la ‘ruca’, pero si es de forma angustiante, puede tratarse de este trastorno. Tus abrazos lo tranquilizan, pero necesita evaluación médica
Es medianoche y estás durmiendo plácidamente en tu habitación. De repente, escuchas los gritos de tu hijo. ‘Vuelas’ a verlo y encuentras al pequeño temblando, sudoroso y con taquicardias.
Estos episodios son continuos y no entiendes qué le pasa. Esto podría tratarse del terror nocturno, el cual se suele presentar más en niños a partir de los tres años, indica Samuel Merlano psicólogo y orientador familiar.
“El pequeño a esa edad usa un lenguaje más desarrollado y su nivel de imaginación se va formando con más estructura. En la adolescencia desaparece el trastorno, como a los 12 años”, señala.
Se puede dar por casos hereditarios, por alguna patología en la parte física o a nivel neurológico, por eso es necesaria la evaluación de un pediatra, sostiene el experto en salud mental.
“No minimice la situación ni los síntomas, por más leves que estos sean, pues su hijo puede caer en depresión, ansiedad, angustia, insomnio y pesadillas, se puede dar un deterioro a nivel psicológico y físico; en algunos casos presentan hasta fiebre. Ellos se sienten impotentes por no poder controlar la experiencia”, indica Merlano.
Bajo rendimiento
Esta interrupción de sueño, repentina y brusca, hace que no tenga un debido descanso, lo que afecta a su nivel académico, expresa Génesis Crespín, maestra y psicóloga educativa.
“Si no es tratado por especialistas, esto puede terminar en abandono escolar. Es común que los chicos tengan baja autoestima, estén irritables o cansados en sus clases virtuales”, precisa la experta.
'Apapacharlos' los calma
Cuando el niño esté pasando por estos episodios es importante que usted lo abrace, esta acción es muy sanadora y los tranquilizará. “Dígale que no está solo, que lo ama, trate de darle seguridad”, aconseja Merlano.
EXTRATIPS
- Que el niño acuda a psicoterapia. Si él ha afectado sus actividades cotidianas como la alimentación, el estudio o los juegos. No ignores sus crisis nocturnas. Trata de identificar a qué hora estas suelen darse.
- Suprime ciertas actividades antes de dormir: ver series, filmes o dibujos animados con contenido que pudiera alterar su sueño (de terror, de conflictos, sangrientos, etcétera). Que evite los videojuegos del mismo tipo. Los menores proyectan esas escenas o imágenes en la fase del sueño.
- Arrúllalo con música. Una suave, con volumen bajo. La instrumental (con sonido de la naturaleza o del mar) es una opción. También ayuda que les leas un cuento antes de la ‘ruca’; eso los calma y los prepara para el descanso.
- Que el cuarto sea acogedor. Debe tener un clima apropiado (ni muy frío ni muy caliente); usar almohadas y colchón en buen estado. Que el dormitorio tenga colores que transmitan relajación; los tonos claros son los ideales, adiós los tonos oscuros.
- No comentar noticias o temas que los perturben. No escuches noticias en alto volumen, porque ellos oyen todo y no asimilan positivamente la información y piensan que el mundo se va a acabar, que viene un desastre. Empatiza con el niño, él no sabe discernir la verdad de la mentira, lo real de lo irreal. Y si escuchó, conversa con él al respecto, explícale y procura aclarar sus dudas y pensamientos.
- Si tienen la costumbre de orar, háganlo antes de dormir. Le traerá paz. De igual manera monitoréalo en las noches; de vez en cuando échale un ojo para ver si está descansado bien.